Mi adorable esposo embarazado
Capítulo 17
Cuando desperté, el día ya había comenzado. Iwamoto no estaba al lado y yo me encontraba durmiendo solo en una cama que se sentía inmensa. Fue una noche de ensueño… Recordé un placer desconocido en el que Iwamoto respondía a cualquier estímulo que le ofrecía sin tomarse un descanso. Alcanzó el orgasmo muchas veces, durante toda la noche. Su saliva se desparramó y yo lo penetré como jamás en la vida pensé que fuera posible. Finalmente, se sentó a horcajadas sobre mí, aferrándose, agitando mi cintura y apretando la suya. Lloró, diciendo que no quería que parara. Sabía que estaba a merced del placer, pero yo también me estaba ahogando en lo mismo. Era mi deseo probar el cielo que él me ofrecía, y eso fue concedido.
Iwamoto jadeó con una voz que hizo que todo a mi alrededor se derritiera y se desmoronara. Dijo que estaba bien, a pesar de que sus cejas estaban curvadas y de que estaba agarrando desesperadamente mi brazo con las uñas para seguir con mis movimientos. No pude resistir querer verlo hecho un desastre, y es bueno que él sea tan bueno conmigo como para cumplir cada uno de mis estúpidos caprichos. Fue tan maravilloso que sentí que era un sueño… No, de ninguna manera. La sensación de abrazar y amar a Iwamoto con estas manos sigue siendo tan fuerte como real.
Me sentí ansioso por lo que pasaría ahora, pero pensé que no debería ser así. Salté de la cama y salí de mi habitación con la ropa desacomodada.
—Oh, doctor.
Iwamoto ya estaba parado en la cocina, con jeans y el mismo suéter café de siempre. Debe haber entrado en la ducha, porque ahora se ve fresco, limpio, con una bonita sonrisa masculina que no deja de brillar. Sacudo la cabeza, es mi último intento desesperado para dejar de pensar en lo de ayer.
—Buenos días…
—Buenos días.
Iwamoto está como siempre. Pensé que nos habíamos estado esforzando demasiado anoche… Pero él estaba cocinando y limpiando. Caminando por aquí y por allá mientras iba por los platos y movía un cuenco con arroz. Sin embargo, solo porque la construcción original sea fuerte, no significa que no haya daños.
—¿Está bien tu cuerpo?
—¿Ah?
—Iwamoto se echó a reír después de mirarme—. Estoy bien. Pero ¿qué pasa con tu nuevo estilo de cabello hoy, doctor?
Me toqué la cabeza sin querer… Y descubrí que me dolía bastante todo el cuerpo. Cada parte, músculo, hueso y articulación. De acuerdo, definitivamente es hora de ir al gimnasio más seguido.
—Preparé arroz y ramen con vegetales. ¿Quieres probar?
Pero me sentí aliviado. Todo estaba bien si Iwamoto está bien. Es un hombre poderoso y yo soy como un fideo.
—Huele bien.
El ramen instantáneo con sabor a salsa de soja se fríe con repollo, brotes y zanahorias en pimienta y aceite de sésamo. Lo he preparado antes. La comida de Iwamoto era simple y rápida, puede calentarse en microondas o pedirse en algún puesto de la esquina, pero era deliciosa sin ningún esfuerzo adicional.
Iwamoto sonrió. Estaba de un humor excelente, con esa aura juvenil entre satisfecho y terriblemente hambriento. Dijo de pronto:
—Este fideo es muy largo. ¿Lo ves?
Al ver su cara, reafirmé que lo de ayer no había sido un sueño. Tiene una expresión que te hace querer admirarlo todo el día y a cada instante de la noche.
—Me alegro por tu fideo.
Iwamoto se ríe otra vez. Sí, definitivamente está absolutamente maravillado mientras que yo… necesito dormir una semana o descubrir el secreto para rejuvenecer 20 años en una hora.
Después de desayunar, me despido de Iwamoto. Duermo dos horas y después llamo al hospital para poder dormir una tercera. Limpio la habitación, seco la ropa y me encargo de ordenar la cocina. Iwamoto me manda la lista de los ingredientes que necesita para la cena mediante un mensaje al celular. Lo miro, voy al supermercado y espero a Iwamoto. Mientras espero por él, por supuesto, solo pienso en ese hombre que ha hecho cambiar todas las rutinas que ya tenía planeadas.
Al regresar, Iwamoto me abraza, me dice que está en casa y cocina la cena. Lo como, igual que siempre, diciendo que está delicioso. Estoy bien por la noche porque fui terriblemente inactivo durante el día. Y después me pongo a complacer a Iwamoto con todo lo que quiere. Si dice que se le antoja que le frote la cintura, se la froto, y si dice que le duelen las piernas, se las froto también. Y en la cama, bueno… encontré que estaba suspirando sin parar. Quizás ahora tengo una sonrisa desagradable en mi cara que se parece a la sonrisa extraña de Iwamoto.
—¿Ser doctor es gratificante?
Iwamoto de pronto me miró, fascinado por algún tipo de delirio inocente que comenzaba a crecer en su cabeza. Ya ha terminado de cenar, así que no le queda más opción que mirarme como si hubiera algo muy interesante en mi cara.
—Todo trabajo es… un trabajo.
Sonreí involuntariamente. Nunca he descuidado mi trabajo, pero no tengo un amor especial o una increíble empatía por mi labor como médico. Ningún médico del hospital universitario pudo haber estado tan desmotivado por estudiar medicina como yo.
—Bueno, ¿por qué decidiste ser médico?
—Oh, ¿quieres escuchar eso?
Iwamoto dijo que su hermana quería ser una estudiante de medicina. Pensé que podría… desmotivarlo, alejar su emoción o algo así. Esta es la primera vez que le cuento a alguien sobre eso porque siento que no es algo bonito. Sin embargo, misteriosamente, no pude esquivar a Iwamoto ni cambiarle de tema. Mi alma parecía creer que no me despreciaría sin importar lo que dijera.
—Mi madre era doctora… Después de jubilarse, continuó trabajando en su hospital, así que en realidad se retiró apenas el año pasado. Ella era pediatra. Mi madre siempre decía que las mujeres tenían que ser pediatras, obstetras, ginecólogas o estar en oftalmología. Crecí en una familia de madre e hijo. Una familia pequeña. Mi madre dijo que se había separado de mi padre, que también era médico, por un asunto de infidelidad. Eso es lo que es. Cuando era joven, me sorprendió que mi padre traicionara a mi madre y corriera hacia otra mujer y me sentía terrible al saber que la sangre de ese hombre fluía dentro de mí… Pero crecí, y comencé a notar un poco mejor las cosas. Mi madre es un caso especial, ya sabes. Cosas como ser demasiado directa. Directa hasta el punto en que incluso es cruel. Completamente manipuladora… Y comenzó a tener un montón de inconvenientes. No le gustaba trabajar con hombres… Pero respetaba a mi madre como maestra. Nunca me mintió. Siempre fue justa y franca.
Cuando me volví un estudiante de preparatoria, me inscribió en una famosa escuela privada para hombres. La mitad de todos ellos estaban esperando poder entrar a la facultad de medicina al terminar… Mis notas eran buenas, pero mi madre y yo teníamos direcciones muy diferentes en la cabeza.
“¿Qué tal si te vuelves médico? ¿No te gustaría seguir con la línea familiar, Yuge?”
Doctor, nunca pensé en ser uno realmente… Mi madre continuó expresando todas sus ideas alegremente hasta que al final, tal vez demasiado cansada, dijo:
“¿Sabes cuánto gana un doctor especialista? Estoy divorciada. ¿Entiendes? ¿Crees que puedo ayudarte con mi dinero toda la vida? ¿Qué vas a hacer sin mí? ¡Eres un inútil!”
Escuché eso y decidí mi curso. Quería poder vivir sin depender de nadie. Y, si es posible, quería ser una persona mejor que ella.
—Es por eso que me convertí en médico. Elegí obstetricia y ginecología porque mi madre me había inspirado positivamente a eso… Pero, además, tenía muy poco deseo por las mujeres y pensé que sería un punto a mi favor a la hora de trabajar. Lo menos que deseaba era que se sintieran incómodas conmigo. Sí, quería ser independiente para no tener que relacionarme ni con mi familia ni con cualquier otra persona. Pero mi deseo de confiar en Iwamoto y de estar con Iwamoto parece estar contradiciendo todos mis planes. Seguramente él es la única persona en este mundo que me ha hecho pensar así y, sobre todo, que me ha hecho cambiar gradualmente.
—Ya veo… Pero creo que definitivamente lo estás haciendo bien.
—¿Qué? ¿Yo?
—Es un buen doctor.
Iwamoto no parecía estar mintiendo o ridiculizando mis palabras.
—Al menos, cuando le hablé a mi hermana sobre ti, ella dijo que tenía a un buen médico conmigo y que tenía que sentirme aliviado por eso.
Los ojos de Iwamoto me miran suavemente, de nuevo tienen una pequeña luz en las pupilas. Soy tímido cuando hace eso.
—Bueno, soy… el tipo de médico que termina poniendo las manos sobre los pacientes. Sigo sintiendo, como si te hubiera fallado terriblemente. ¿Sabes?
—Lo he notado.
Iwamoto se levantó de su lugar y puso sus manos alrededor de mi hombro para abrazarme. Tiene un buen olor a jabón… Estoy feliz pero no puedo ser honesto y decirle que me gusta más cuando huele a sudor.
Ahora, sin embargo, tengo la nariz toda enterrada en la parte posterior de su cabeza. Sentí sus brazos calientes tocando mi cuerpo y la sangre rápidamente bajó hasta mi entrepierna. Maldita sea, tengo 37 años. ¿Por qué mi cuerpo no entiende eso?
—El doctor Yuge no me ha fallado nunca, porque siempre sabe cómo y cuándo cuidar de mí. ¿No es verdad?
La oración: “Sabe cómo cuidar de mí”, hizo que mi pene estuviera completamente listo para la guerra. ¿Qué pasó? ¿Me excitaron los brazos de Iwamoto? ¿Su olor? ¿Que hablara de esa manera conmigo?
Llevo puesto un jersey suelto que ocupo como ropa de dormir así que la reacción de mi entrepierna es demasiado visible. Iwamoto no se rió cuando me vio, tampoco pareció sorprenderse. Sin embargo, sentí que su temperatura se había elevado casi tanto como la mía.
—Por ejemplo, doctor, mi cuerpo ha estado muy extraño últimamente.
—Los labios de Iwamoto tocan mis oídos—. Y, además, me siento bastante adolorido por todas partes. Me duele el cuerpo, doctor. ¿No me quieres inspeccionar para que te des cuenta de que es la verdad?
Las líneas de Iwamoto eran tan extrañas que no sabía cómo contestar. Iwamoto dijo que quería que lo curara, por lo que debe tratarse de una especie de juego… En realidad, los ojos de Iwamoto están todos húmedos. Estaba tan apasionado que no podía respirar.
—Por favor, por favor cúrame.
No pude soportarlo. Me di la vuelta para sujetar el grueso cuello de Iwamoto con los brazos… Quería dedicarme enteramente a devorar sus labios.
—Hmm…
Iwamoto me besaba obedientemente, parecía como si estuviéramos tratando de descubrir quién se estaba comiendo a quién.
—Doctor… hablo en serio. Últimamente yo…
—Entre besos, Iwamoto comenzó a hablar con un tono diferente—. Me siento muy excitado… Solo de mirar la cara del doctor y recordar lo del otro día.
—Yo también. Me gustaría preguntar… ¿Si eso significa que está bien abandonarme al impulso feroz que mi cuerpo siente por él?