Los siete Omegas de la familia Tang
Capítulo 2
Hoy era el día de la reunión familiar mensual en la casa de los Tang. Al regresar, todos encontraron a Tang Yi Yuan sentado en el sofá con el rostro sombrío y una maleta roja a su lado. Estaba claramente de mal humor.
Nadie se atrevió a molestarlo.
Ya casi era la hora del almuerzo y la atmósfera a su alrededor seguía siendo opresiva. Tang Er Yuan no pudo evitar mirarlo y preguntar:
—¿Qué hizo Lu Cheng ahora?
Tang Yi Yuan no respondió.
Tang San Yuan dejó de revisar los mensajes de sus fans, colgó el teléfono y lo miró con resignación:
—¿Qué excusa encontraste para divorciarte esta vez? No es por criticarte, pero si sigues amenazando con el divorcio por cualquier cosa trivial, un día Lu Cheng podría hartarse.
Tang Si Yuan, jugueteando con su flequillo, apoyó la barbilla en la mano:
—El mes pasado vi que ordenó un auto deportivo nuevo para ti. Un Alfa tan generoso, deberías estar feliz. Él es el heredero del Grupo Lu y aún así lo tratas como si fuera tu sirviente. Llevan cuatro años de casados y Lu Cheng todavía te sigue el juego. No está nada mal.
Tang Wu Yuan resumió con seriedad:
—Deberías valorarlo más.
Tang Liu Yuan, mientras pelaba una mandarina y se la pasaba a Tang Qi Yuan, comentó:
—Tener mal genio está bien, pero uno demasiado grande puede dañar la relación. No hables de divorcio por cualquier cosa.
Tang Qi Yuan tomó la mandarina y asintió obedientemente:
—Sí…
Tang Yi Yuan aguantó un momento más, hasta que finalmente no pudo más y gritó:
—¡Él es el que quiere divorciarse de mí!
Todos se quedaron congelados. La mandarina en la mano de Tang Qi Yuan rodó por el suelo.
¡Lu Cheng quería divorciarse!
Tang Bo Te y Yuan Qiu salieron corriendo de la cocina al escuchar esto. Aunque tenían sirvientes y cocineros, siempre preferían preparar la comida personalmente para sus hijos durante las reuniones familiares.
Tang Bo Te, que servía sopa, dejó el cucharón de inmediato y exclamó sorprendido:
—¿Lu Cheng ya no te quiere?
Tang Yi Yuan lo fulminó con la mirada, con los ojos brillando por la indignación.
Yuan Qiu le dio un golpe con el rodillo:
—¡Cállate!
Tang Bo Te se sobó la cabeza, sabiendo que había metido la pata, y se mantuvo en silencio.
Yuan Qiu recogió la mandarina, la tiró a la basura y preguntó suavemente:
—¿Qué pasó?
Tang Yi Yuan frunció los labios. Con los ojos rojos y voz temblorosa, murmuró:
—…Perdió la memoria.
Todos los presentes se tensaron de inmediato y exclamaron:
—¿¡Amnesia!?
Yuan Qiu, sin perder la calma, tomó la mano de su hijo y preguntó con ternura:
—¿Está herido? ¿Es grave? Cuéntanos con calma…
Tang Yi Yuan se arrojó a los brazos de su madre, como cuando era niño, y entre sollozos explicó:
—El Grupo Lu estaba desarrollando un nuevo mecha. Lu Cheng fue al laboratorio para una prueba y, de repente, hubo una explosión. Aunque las medidas de seguridad funcionaron, Lu Cheng se desmayó al caer. No tiene lesiones externas, pero… cuando despertó, olvidó los últimos cuatro años. El médico dijo que la onda de luz pudo haber afectado su cerebro. No saben cuándo recuperará la memoria.
Tang Er Yuan parpadeó:
—¿Olvidó justo los cuatro años que estuvo contigo?
Tang San Yuan se tocó la barbilla:
—¿Y no creerá que todavía le gusta ese Beta?
El rostro de Tang Yi Yuan se ensombreció aún más. ¡Eso era lo que más lo enfurecía!
Él y Lu Cheng se conocieron en la preparatoria Interestelar. Uno era el número uno en combate, el otro, el mejor en calificaciones. Ambos eran celebridades escolares, pero no se conocían por estar en clases distintas.
Se conocieron porque a Lu Cheng le gustaba un Beta de la clase de Tang Yi Yuan. El Beta era carismático y todos lo querían, menos el propio Beta, que se acercó mucho a Tang Yi Yuan.
En realidad, ese “Beta” era un Omega que se hacía pasar por Beta usando inhibidores. Cuando estos dejaron de funcionar, Tang Yi Yuan lo ayudó a ocultarlo. Desde entonces, el Beta dependía mucho de él, aunque solo eran amigos.
Tang Yi Yuan siempre había estado enamorado de Lu Cheng desde el primer día que lo vio. Pero como Lu Cheng no lo notaba, decidió permitir que el Beta lo usara como excusa para rechazar a Lu Cheng, solo para llamar su atención.
Lo logró: Lu Cheng lo miraba mucho, aunque con odio.
Después de medio año de insistencia, el Beta aceptó salir con Lu Cheng. Lu Cheng estaba encantado, presumiendo su triunfo ante Tang Yi Yuan, quien fingía indiferencia mientras lloraba a solas.
Un mes después, llegó la noticia: ¡Lu Cheng había sido engañado!
Resultó que el Beta amaba a otro Beta de su orfanato, un aspirante a pintor sin dinero. Lu Cheng, con su inmensa fortuna, fue una oportunidad. En un mes, el Beta le sacó una buena suma de dinero y huyó con su verdadero amor a otro planeta.
Tang Yi Yuan, dolido, decidió que era hora de dar un cambio. Se arregló, se puso ropa nueva, cambió su peinado y fue a visitar a Lu Cheng… con vino.
Cuando Lu Cheng le abrió la puerta, pensó que Tang Yi Yuan venía a burlarse. Pero en lugar de eso, le mostró las botellas:
—Vine a beber contigo.
A pesar de que eran rivales, Lu Cheng lo dejó pasar. Los dos bebieron hasta que el ambiente se volvió cálido… y las feromonas empezaron a llenar el aire.
Tang Yi Yuan no se dio cuenta de que estaba entrando en celo por primera vez. Había estado tan deprimido que olvidó tomar inhibidores. Ambos, jóvenes e inexpertos, terminaron envueltos por las feromonas y se dejaron llevar por el instinto.
Después, Tang Yi Yuan lloró en silencio, temiendo que Lu Cheng pensara que lo había hecho adrede. Cuando Lu Cheng despertó y vio a su rival llorando, sintió un inesperado dolor en el pecho.
Tang Yi Yuan terminó confesando su amor.
Lu Cheng se quedó sin palabras. Nunca pensó que Tang Yi Yuan lo quisiera. La situación se volvió aún más caótica cuando, en medio de otro estro, Lu Cheng lo marcó sin darse cuenta.
Resultado: Tang Yi Yuan quedó embarazado. Alarmadas, ambas familias organizaron el matrimonio. Con apenas diecinueve años, ya tenían un hijo.
Desde entonces, Yuan Qiu usaba la historia como advertencia para sus otros hijos:
¡Nada de amores prematuros!
Y ahora, cuatro años después, Lu Cheng había perdido la memoria. Solo recordaba a aquel Beta, y volvía a ver a Tang Yi Yuan como su molesto némesis.
Cuando se enteró de que estaban casados, su primera reacción fue negarlo.
Y apenas le dieron el alta, pidió el divorcio.
Tang Yi Yuan no sabía cómo explicarle lo ocurrido. ¿Cómo iba a contarle que todo comenzó con una borrachera, una confesión y un estro accidental que los unió?
Solo de pensarlo, se le ponían las mejillas rojas.
Esta vez, se prometió, no se volvería a confesar.