La delicada madre de un villano

Capítulo 5


Por la mañana, Xia An seguía soñando que comía una gran comida: muslos de pollo, pasteles… Todo era delicioso. Justo cuando se llevaba un bocado a la boca, el sonido insistente de su teléfono móvil la despertó.

Al principio decidió ignorar la llamada, pero el pequeño que dormía a su lado también abrió los ojos.

—Mamá, parece que tu teléfono está sonando…

Xia An gruñó levemente, molesta por la interrupción de su festín onírico. Con pereza, tomó el móvil y frunció el ceño al ver un número desconocido en pantalla.

Respondió, y al instante escuchó la voz suave, pero firme, de una mujer:

—Señorita Xia An, ¿cuándo tiene previsto pagar la penalización de 300,000 yuanes?

—¿Eh?

Aún medio dormida, Xia An pensó que estaba alucinando. Volvió a mirar la pantalla.

—Señorita Xia An, si no paga por los daños estipulados en su contrato, tomaremos acciones legales —repitió la voz.

Xia An se echó a reír.

—¡Ja! Vaya con los estafadores modernos, ya hasta suenan profesionales. Lo siento, pero no soy tan tonta.

Y colgó con desdén.

—¡Maldita llamada! Encima me despertaron justo cuando iba a comerme ese pastel de crema…

—¿Era una estafadora? —preguntó Xia Xingchen, aún somnoliento.

—Sí, claro —respondió Xia An con seguridad.

Pero justo cuando iba a guardar el teléfono, una frase resonó en su mente: daños liquidados.

De pronto, se le borró el sueño. Recordó lo que le había dicho su exagente: que la dueña original del cuerpo debía pagar penalizaciones por romper contratos.

—¡No puede ser!

Se rascó la cabeza, cada vez más ansiosa.

¿Y si no era una estafa…? ¿Realmente debo pagar 300,000 yuanes?

Al pensarlo, su ánimo se desplomó. De los 580,000 yuanes que tenía al llegar, ya le quedaban menos de 570,000 por su desenfrenado apetito.

¡Y ahora debía pagar más de la mitad en indemnizaciones!

Xia Xingchen, al ver que su madre se rascaba la cabeza con desesperación, se acercó con cuidado.

—Mamá, ¿estás molesta?

Xia An lo miró, respiró hondo y sonrió con esfuerzo.

—No, solo pensaba qué desayuno pedir para ti.

Y justo en ese instante… le rugió el estómago.

La supuesta preocupación por las penalizaciones se desvaneció. Abrió la app de pedidos y encargó una montaña de desayuno.

Cuando terminó de comer, fue al baño y se miró al espejo. Como era de esperar, su rostro era aún más hermoso que ayer.

—¡No es mi culpa! ¡La llamada estúpida me dio hambre! —se quejó.

Después de comer, decidió investigar en serio. Tomó su laptop y escribió en el buscador: Xia An + daños liquidados.

Los resultados no tardaron en aparecer. Y con ellos, su buen humor desapareció.

—¡¿Qué?! ¡¿Cinco contratos rotos?! ¡¿Y más de un millón en indemnizaciones?!

Frunció el ceño mientras leía los titulares:

  • La actriz Xia An pierde programa “Diario del Corazón” por escándalo.
  • La imagen de primer amor nacional de Xia An contradice nuevo anuncio de marca infantil.
  • Xia An, madre soltera oculta, incumple contratos por imagen falsa.

—¿Cómo voy a pagar eso? —gritó.

Aun calculando de forma conservadora, sus deudas superaban el millón. Y solo tenía poco más de 570,000 yuanes. Después de los gastos recientes, quizá ni eso.

—¡Y sin dinero, no podré seguir comiendo comida rica! —se lamentó, dándose de cabezazos contra el escritorio.

Mientras se hundía en su miseria económica, no supo que estaba de nuevo en el foco público.

Un nuevo video se había vuelto viral: el momento en que “la madre frágil” protegía a su hijo de los reporteros y terminaba cayendo al suelo con lágrimas en los ojos. El clip fue editado con música trágica y subtítulos dramáticos.

El título: “La bella actriz vencida por la vida: madre e hijo abandonados por el mundo.”

La audiencia, siempre hambrienta de escándalos, se dividió: unos la criticaban por “actuar”, otros se conmovían con su “desgracia”.

Pero lo que Xia An no sabía era que ese video la convertiría en la persona perfecta para cierto programa.


—¡Xu! ¡Xu! ¡Nuestro programa está salvado! —gritó Han Yue, irrumpiendo en la oficina con una tableta en la mano.

—¿Encontraste patrocinio? —preguntó Xu Lin, director del programa.

—Mejor. Encontré una estrella en auge… y muy barata —respondió Han Yue, con una sonrisa traviesa.

Xu Lin miró el video: era el famoso clip de Xia An cayendo frente a los reporteros, protegida por su hijo. Se frotó la barbilla.

—¿Esta mujer? ¿La que está medio cancelada por tener un hijo ilegítimo? ¿La que todos creen débil como una flor? ¿Y quieres que venga a nuestro programa de supervivencia salvaje?

Han Yue sonrió.

—Precisamente por eso. Es famosa ahora, aunque por razones negativas. Pero esa es la gracia: ¿no sería fascinante verla sufrir en un entorno hostil? La gente morirá por verla hacer cosas que claramente no puede.

Xu Lin reflexionó.

—Hmm… eso podría ser interesante.

—Y además… ¡es barata! Así que nos ahorramos dinero para producción.

Xu Lin alzó una ceja, sorprendido.

—Eso sí que suena bien.

Ambos se miraron y rieron. Tenían a su candidata perfecta.


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