Hermandad
Capítulo 4
Rodó por un acantilado y fue rescatado por un bandido.
Fue vendido en un burdel por él y se convirtió en un niño cantante masculino, además de hacer tareas domésticas. Luego se convirtió en un joven y fue vendido una y otra vez. A los quince años se descubrió que había nacido con un útero masculino, pero su cuerpo no pudo soportar esa carga y perdió al bebé. Luego llegó a los veinticinco años.
Hasta entonces, Jürgen sentía que había perdido algo importante en su vida. A Maximilian.
Él había prometido volver, sin embargo, esa promesa no pudo cumplirse.
Y en algún momento la mente de Jürgen bloqueó todo recuerdo de Maximilian y no pudo reconocerlo.
Un cuerpo sucio.
Su vida era miserable. Desde que tenía memoria había sido obligado a vender su cuerpo por tan solo una moneda de plata. Jürgen no era el mismo niño tenaz del pasado. Al recordar los ojos puros de su hermano menor, a quien abandonó en esa cueva, la mente de Jürgen comenzó a colapsar.
Cuando escuchó que habían aparecido los descendientes del vizconde Wissen, se alegró, pero nuevamente su mente colapsó. Maximilian estaría mejor sin él.
Nuevamente su mente bloqueó todo recuerdo.
Estaba convencido de que su vida siempre había sido así y que los recuerdos eran su imaginación; se convenció a sí mismo de que solo estaba soñando.
Pero todo llegó de golpe con esa bandera.
—No sabía que eras tú.
Su propio hermano menor abusó de él. Cometió un pecado imperdonable.
Hizo algo tan vergonzoso. No, eso no era verdad.
—En ese momento… no sabía que eras tú…
Pero lo más terrible era que él estaba desesperado por saber cuál era la realidad. No podía estar con él, no podía ser el amante de su hermano.
Jürgen tembló al enfrentarse a los ojos llenos de ira de Maximilian.
—No, no me mires así, Maxim… Yo solo quería protegerte.
La culpa lo consumía.
Poco después de que Mac Mitchell resultara ser el marqués de Wissen, Jürgen no pudo emitir ninguna palabra durante el trayecto. Estaba en el carruaje, junto a Maximilian, que parecía haberse quedado dormido con los brazos cruzados, pero de repente abrió los ojos en silencio.
“…”
Jürgen estaba temblando con un rostro pálido, extirpando la carne de sus uñas haciéndolas sangrar. Maximilian abrió los labios mientras lo miraba, era evidente que estaba hecho un lío de nervios.
—No hagas eso.
La puesta de sol se filtraba sutilmente por la ventana. Maximilian habló lentamente.
—El ducado de Wissen es ahora un lugar hermoso. Tú… estás volviendo a casa.
Esas palabras rompieron el corazón de Jürgen.
En ese momento, Jürgen apenas podía respirar; sentía una gran opresión en su pecho. La puesta de sol empapó el rostro inexpresivo de Maximilian. Ese rostro era frío, pero los ojos irradiaban calidez.
Maximilian trató de reconfortar a Jürgen.
—No dejaré que te maten como a mi padre.
Esa voz sonaba tranquila.
Maximilian miraba a Jürgen con esos profundos ojos azules.
—Te protegeré a ti y a Wissen.
Jürgen comenzó a sentir una pesadez en sus ojos.
—Quizá te agrade, Maxi.
Parecía que le habían clavado una daga en su corazón. Jürgen inclinó la cabeza, reprimiendo los sollozos. Maximilian extendió su mano y agarró a Jürgen del brazo. Lo abrazó y sentó en su regazo. Jürgen estaba aturdido.
Luego lo abrazó con fuerza y tocó su sien con sus labios. Con una suave caricia, Jürgen comenzó a derramar lágrimas.
—Te amo.
Desde que fue vendido a su primer cliente, la vida de Jürgen fue un infierno, hasta que apareció Mac frente a él. Maximilian abrazó el cuerpo enfermo de Jürgen y lo reconfortó en silencio. Secó las gotas de sudor frío de la frente de Jürgen y le dio de comer un pan suave y esponjoso.
Maximilian susurró en voz baja, acariciando a Jürgen.
—Eres mío.
En la habitación oscura, solo brillaban unos ojos azules.
Jürgen pensaba que era una pena que esos hermosos ojos azules tuvieran un semblante tan frío. El rostro de Maximilian era sutilmente iluminado por la tenue luz de las velas.
Esperaba que él lo salvará, y realmente lo salvó.
Lo rescató de ese burdel, donde había llevado una vida de desesperación. Por eso, Jürgen estaría eternamente agradecido.
—Te amo.
Su hermano menor, Maximilian Wissen, del que se separó cuando era niño.
—Te amo, Mac.
Jürgen, atrapado de nuevo en la misma montaña de la que había huido de niño, estaba pensando muchas cosas mientras veía esa expresión ardiendo con una sensación de traición.
—Te amo, Maxim.
Miró confuso el rostro de su hermano menor, que había crecido tanto y ahora era un hombre adulto.
En ese momento, Jürgen estaba en conflicto con las sensaciones extrañas dentro de su estómago.
—Cierra tus ojos. Cierra los ojos.
Nada es real… Nada es real.
Pero no podía seguir engañándose.
—¿Sabías quién era desde un principio?
Jürgen jadeó. Su memoria apenas se había comenzado a estabilizar. Sin embargo, Jürgen sonrió amargamente y mintió.
—Sí.
—Maxim, te odio.
—Lo siento.
—Cuando nos volvamos a encontrar tienes que reconocerme, ¿lo prometes?
—Te amo, Maximilian, marqués de Wissen.
Finalmente, Jürgen dejó de luchar y cayó a la boca de la serpiente.