El bueno-para-nada renacido contraataca

Capítulo 4


Después de despedir a Yi Chuxue y Shen Yuan, la expresión de Qi Shaorong se endureció de inmediato.

—Zhuang Hao… ese bastardo.

—¿Va a ir a verlo, joven maestro? —preguntó Qi Heng.

—¿Para qué lo haría? —replicó Shaorong, entrecerrando los ojos.

—¿No le gusta ver a los guapos? Escuché que Zhuang Hao es una gran belleza… ¡y ahora tiene la excusa perfecta! —respondió Qi Heng, entregándole una invitación.

—¿El doctor malvado? —musitó Qi Shaorong, hojeando la tarjeta.

Desde hace años, había retomado su antigua profesión para ganarse la vida: cirugía estética. Liposucción, estiramientos faciales, doble párpado… donde hubiera mujeres dispuestas a pagar, allí estaba él.

Gracias a sus hábiles manos y misteriosa identidad —siempre operando con una máscara para que su cara juvenil no generara desconfianza—, se hizo famoso como el Doctor Malvado.

—Sí —confirmó Qi Heng—. Es para atender al tercer tío de Zhuang Hao, Zhuang Renquan. Dicen que está muy grave, al borde de la muerte. No sé si será cierto…

—Puedo decir por la urgencia de esta invitación que es totalmente cierto —comentó Qi Shaorong, jugueteando con ella entre los dedos.

En este mundo de cultivadores, incluso quienes podían mover montañas con un gesto no estaban exentos de los males comunes. Se decía que Zhuang Renquan era un maestro elemental, pero ni siquiera eso lo salvaba.

Durante años, muchas cultivadoras habían acudido a Qi Shaorong como si fuera su última esperanza. Para ellas, su bisturí era un milagro. Pero entre otros médicos, aún lo tachaban de charlatán. Una vergüenza para la profesión.

Si no fuera porque Zhuang Renquan estaba tan enfermo, la familia Zhuang jamás lo habría llamado.

—¿Quién envió la invitación? —preguntó Shaorong.

—Zhuang Qian, el hermano menor de Zhuang Hao.

Qi Shaorong entrecerró los ojos.

—¿Ese? Tengo entendido que no es muy talentoso, pero… tuvo una buena idea.

—Exactamente —asintió Qi Heng—. Mucho más ingenioso que su hermano. ¿Vamos?

—Claro que sí. Hace años que no piso la capital. Es buen momento para disfrutar las vistas. Dicen que los «siete talentos» son todos guapos. Amo a los hombres guapos.

Shaorong se detuvo un segundo, chasqueó la lengua y añadió:

—Qué pena… el último de la lista fue una gran decepción.

—Joven maestro, ese fue un caso especial. Un pase tras bambalinas —comentó Qi Heng.

—Cierto. Aún me quedan seis por admirar…

……

Ciudad Imperial.

—¿Ya regresaste? —preguntó Zhuang Hao al ver llegar a Shen Yuan.

—Sí —respondió él, asintiendo.

—Escuché que fuiste con Yi Chuxue a retirar mi compromiso.

—Así es. Y, sinceramente, deberías agradecérmelo. Tu prometida es… indescriptible.

Zhuang Hao guardó silencio.

—Hablando en serio, ¿qué opinas de ella? —insistió Shen Yuan.

Zhuang Hao se encogió de hombros.

—¿Qué voy a opinar si ni siquiera la conozco?

—Deberías conocerla. Es un sujeto… peculiar.

Shen Yuan lo observó con el ceño fruncido.

—No tienes buen aspecto. ¿Tu tío sigue igual?

—Sí —negó Zhuang Hao, suspirando.

—¿No habían llamado al sacerdote Zorro, el sabio de la luz? Su magia es de lo mejor. ¡Curó a miles de soldados con solo un hechizo! —dijo Shen Yuan.

—Eso creíamos —respondió Zhuang Hao—, pero después de su hechizo, el estado del tío empeoró.

—¿Cómo puede ser…?

—No lo sé. Ya trajimos a decenas de médicos famosos… y todos están igual de perdidos.

Mientras hablaban, Zhuang Qian apareció y los condujo al patio.

—¡Hermano! Mira a quién traje. ¡El tercer tío se salvará!

Qi Shaorong, con su rostro oculto tras una máscara, observó a su ex prometido con gran interés.

Zhuang Hao era famoso por su talento. Desde joven, había sido evaluado como mago de séptimo nivel. Y no solo eso, también poseía una belleza reconocida en toda la capital.

Shaorong lo contempló de arriba abajo, luego sonrió y dijo:

—Maestro Zhuang, es un placer conocerlo. Como se esperaba, es tan hermoso que uno querría abusar de usted.

Shen Yuan:

Zhuang Qian:

Zhuang Hao miró al hombre enmascarado con expresión confundida.

—¿El Doctor Malvado?

—Sí —respondió Zhuang Qian con entusiasmo—. Hermano mayor, me costó mucho traerlo hasta aquí.


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