Adoptando y criando al protagonista y al villano

Capítulo 5


El automóvil rápidamente llevó a Zhong Yuhuan de regreso a la mansión Zhong.

Lang Jinzhi bajó primero, rodeó el coche y le abrió la puerta del lado del pasajero.

—Si necesitas ayuda con algo, puedes contactar directamente al secretario Cheng —dijo, y luego añadió—: No vuelvas a desaparecer sin avisar; el abuelo se pondrá triste.

Zhong Yuhuan lo miró fijamente y soltó:

—Primo, tengo un favor que pedirte.

Lang Jinzhi se detuvo, sorprendido por su franqueza.

—¿Qué es?

—Li Jinyuan y Huo Chengming necesitan ir a la escuela.

Lang Jinzhi tardó unos segundos en recordar que esos eran los niños que ella había adoptado. Reflexionó un poco antes de responder:

—Tienes razón, necesitan escolarizarse. Pero probablemente estén atrasados. Deberíamos contratar tutores primero para que se pongan al día antes del inicio de clases. Aún quedan diez días de receso de invierno. Haré que el secretario Cheng se encargue.

—Gracias, primo —respondió Zhong Yuhuan con una sonrisa.

Lang Jinzhi, siempre ocupado, se despidió pronto y volvió a su auto.

Zhong Yuhuan entró en la mansión feliz, cargando una enorme bolsa de juguetes.

La casa estaba tranquila. Ni rastro de Xu Yushan, ni de Zhong Chi y su esposa.

—Abuelo Lin, ¿ya cenaron? —preguntó al mayordomo.

Este, sabiendo a quién se refería, negó con preocupación:

—Los sirvientes fueron a verlos varias veces, pero no respondieron… creemos que la están esperando, señorita.

Zhong Yuhuan se sorprendió. ¿La esperaban?

—Haga que la cocina prepare la cena. Que la suban cuando esté lista —ordenó, mientras se quitaba los zapatos y corría escaleras arriba.

Al llegar al tercer piso, encontró a Li Jinyuan y Huo Chengming sentados en silencio, uno frente al otro.

Redujo la velocidad al acercarse, pero sus pantuflas hacían un leve ruido al caminar.

Ambos chicos giraron al escucharla, pero no dijeron nada. Parecían nerviosos, como si no supieran cómo llamarla.

Zhong Yuhuan dejó la enorme bolsa sobre la alfombra y sonrió.

—Juguetes nuevos. ¿Quieren ver?

En el orfanato, los juguetes no eran gran cosa. Incluso los más pequeños habían perdido el interés, mucho más ellos.

Li Jinyuan tartamudeó:

—Claro… vamos a verlos.

Huo Chengming permaneció en silencio, pero no rechazó la idea.

Zhong Yuhuan se sentó con las piernas cruzadas, tomó unas tijeras pequeñas de la mesa y empezó a abrir las cajas mientras hablaba:

—Hoy fui a ver a mi primo y a mi abuelo. ¿En qué grado estaban ustedes? Quiero pedirle a mi primo que los inscriba en una escuela.

Los dos callaron. Eran chicos inteligentes y entendieron el subtexto: en vez de pedirle ayuda a su padre, se la había pedido a su primo. Eso significaba que no tenía buena relación con su progenitor.

—¿Por qué están tan callados? —preguntó Zhong Yuhuan al terminar de abrir una caja y mirarlos.

—Cuarto grado —dijo Huo Chengming.

Li Jinyuan, sonrojado, no respondió.

Zhong Yuhuan se inclinó hacia él y preguntó con dulzura:

—¿Y tú?

—Nunca fui a la escuela —admitió, evitando su mirada—. Solo estudié un poco por mi cuenta.

Zhong Yuhuan asintió como si nada:

—Está bien. Lo tendré en cuenta.

Ambos la miraron sorprendidos. Ella seguía desenvolviendo los juguetes como si no hubiera escuchado nada fuera de lo común.

Li Jinyuan suspiró de alivio y murmuró:

—¿Cómo deberíamos llamarte?

Zhong Yuhuan se detuvo un segundo.

—Ah, casi lo olvido —dijo, pensando unos segundos—. Como fueron adoptados por mi madre, eso los convierte en mis… di di.

—Di di —(hermanito)—, dijo sonriendo. Era hija única en su vida pasada, así que todo esto le resultaba novedoso y emocionante.

—Deberías llamarme jie jie —(hermana mayor).

Huo Chengming, con tono incómodo, preguntó:

—¿Cuántos años tienes?

—Tengo doce —respondió con orgullo—. ¿Tú?

—Trece.

Zhong Yuhuan estuvo a punto de decir: “¡Wow, no lo parece!”, pero se detuvo. Sabía que, criados en un orfanato, seguro no habían recibido buena nutrición.

—Está bien —dijo con rapidez, cambiando el tono—. Entonces tú eres ge ge —(hermano mayor).

Huo Chengming se quedó helado. Tardó unos segundos en reaccionar, y su cara se tornó roja desde las orejas hasta el cuello.

Zhong Yuhuan se giró hacia Li Jinyuan:

—¿Y tú?

—También tengo doce. Mi cumpleaños es el 5 de noviembre —respondió en voz baja.

Ella se iluminó:

—¡Qué coincidencia! El mío es el 4 de noviembre.

Se señaló a sí misma y concluyó:

—Así que sigo siendo jie jie.

Li Jinyuan abrió la boca, pero no dijo nada.

En ese momento, una criada trajo la cena.

—¿Comemos primero? —dijo Zhong Yuhuan, con ánimo.

Ambos se levantaron de inmediato y fueron hacia la mesa.

Ella se quedó donde estaba, desenvolviendo ropa nueva.

—Su ropa está en el sofá. Me voy a dormir —les avisó, bostezando.

—Mmm —respondieron al unísono.

Zhong Yuhuan se metió en la cama. Estaba agotada. Levantarse tan temprano para ver a su abuelo la había dejado sin energías.

A la mañana siguiente, al despertar, descubrió que Zhong Chi aún no había vuelto. Pero los tutores que Lang Jinzhi había contratado ya estaban en la casa.

Les pidió que subieran directamente al tercer piso. Habían traído libros de texto, así que comenzaron las lecciones de inmediato.

Zhong Yuhuan asistió las primeras dos sesiones, pero se aburrió. Cada vez que un tutor comenzaba a hablar, ella empezaba a bostezar.

Terminó saliendo de compras otra vez: mochilas, bolígrafos, más ropa, más juguetes… todo lo necesario para el inicio de clases.

Pasó una semana, y finalmente Zhong Chi y Xu Yunhui regresaron.

Xu Yushan, frustrada por no haber podido controlarla, ardía de impaciencia.

Cuando Zhong Yuhuan bajó las escaleras y vio a los tres sentados en el sofá, disparó de inmediato:

—Xu Yushan me dijo hace unos días que planeas cambiarle el apellido a Zhong y reconocerla como tu hija.

Silencio total.

Zhong Chi frunció el ceño.

Xu Yunhui palideció.

—¡Yo nunca…! —intentó decir Xu Yushan, pero Zhong Yuhuan la ignoró y siguió:

—Eso no va a pasar. Si ella se convierte en una Zhong, entonces yo me cambio el apellido a Ding.

Zhong Chi se alteró visiblemente. Sabía que su hija no hablaba en vano: si decía algo, lo haría.

Si ella dejaba de llamarse Zhong, él sería la burla de toda Hai City.

Con tono forzado, respondió:

—Yushan es mayor que tú. No podría ser mi hija.

Xu Yushan se quedó sin habla, blanca como una hoja.

Zhong Chi continuó sin mirarla:

—Pero tu hermano es diferente. Él sí es tu verdadero hermano, y parte de esta familia.

Zhong Yuhuan preguntó con frialdad:

—¿Y los hijos adoptivos de mi madre? ¿También los reconocerás?

—Puedo reconocerlos como hijos adoptivos —dijo Zhong Chi, incómodo.

Zhong Yuhuan sonrió y se volvió hacia Xu Yushan:

—Eso ya suena mejor.

Ella veía las cosas con claridad. Zhong Chi era un tirano que disfrutaba ejercer poder sobre los demás. Había traído a Xu Yunhui porque era sumisa y jamás pedía nada. Le gustaba levantarla solo para poder hundirla después.

Y Xu Yushan… no era más que un peón para su ego. No le importaba realmente.

Zhong Yuhuan tomó una bandeja con el desayuno que llevaba una sirvienta y dijo:

—Voy a desayunar arriba.

Antes de que pudieran responder, ya estaba subiendo las escaleras, dejando atrás a madre e hija, lívidas.

Xu Yunhui respiró hondo. Ya estaba acostumbrada a soportar cosas así.

Pero Xu Yushan, más joven y con menos aguante, quedó devastada.

Ella había creído que pronto se convertiría en la legítima señorita Zhong. Ahora acababa de recibir una bofetada directa y pública.

En el piso de arriba, Zhong Yuhuan entró al comedor. Li Jinyuan y Huo Chengming ya la esperaban.

Al escuchar sus pasos, se levantaron al mismo tiempo y corrieron a ayudarla con la bandeja.

Li Jinyuan tomó el lado izquierdo.
Huo Chengming, el derecho.

Zhong Yuhuan se quedó atrapada entre ambos, sin saber a quién entregarle la bandeja.

Qué incómodo…


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