Cómo enamorarse del villano
Capítulo 13
Mu sintió que todas sus creencias comenzaban a desmoronarse. El odio que había albergado durante tanto tiempo hacia la tribu ahora se le antojaba irónico.
Aquella hembra arrogante que solía deleitarse insultándolo, en realidad estaba arriesgando su vida para recoger hierbas medicinales con el fin de ayudarlo. Incluso Qi, quien parecía actuar con indiferencia, en silencio también les ayudaba a conseguir lo necesario.
¿Cómo seguir odiándolos?
La revelación lo dejó desconcertado.
—¡Ah! Se me olvidó —dijo de pronto el médico, rascándose la cabeza—. Ah Yu me pidió que no te contara que estaba recogiendo la hierba para ti. Me emocioné tanto que lo olvidé por completo.
Su sonrisa se tornó incómoda, consciente de su descuido.
—No le digas que sabes. Haz como si no te hubiera dicho nada. ¿De acuerdo?
Mu asintió sin decir palabra.
—Entonces regresa a casa y vuelve dentro de tres días. Aún tenemos hierba suficiente para un mes, así que descansa bien. No desperdicies el esfuerzo de Ah Yu.
—¡Lo haré! —respondió con firmeza.
El médico se detuvo y pareció reflexionar algo más.
—Hay una cosa más. La medicina requiere trece hierbas. Aparte de la espina dorada, las demás también son necesarias. Puedo usar lo que tengo por ahora, pero como las hierbas se recolectan para toda la tribu, no puedo emplearlas solo en ti. Para continuar el tratamiento, necesitarás ir a buscarlas junto a Ah Yu.
En su rostro había una expresión de disculpa. Era evidente que no quería causarle más molestias, pero tampoco podía ser injusto con los demás.
—Lo entiendo, tío. No se preocupe.
Mu estaba profundamente agradecido de que al menos el médico se preocupara por él. No podía, en conciencia, aceptar más de lo que ya le estaban dando.
—Bien —respondió el médico aliviado—. Entonces regresa. Y no olvides volver dentro de tres días.
Antes de irse, Mu se arrodilló solemnemente, apoyando ambas manos en la frente: el gesto más respetuoso de su tribu. Luego se levantó y se marchó sin decir más.
El médico lo observó irse con los ojos húmedos.
Ah Qi también murió joven… y Mu ha sufrido demasiado.
…
Jiang Yu, por su parte, estaba bastante confundido últimamente.
Había notado que Mu lo miraba de una manera extraña. Aquella mirada asesina, del tipo “acércate para arrancarte la piel y desgarrarte”, había desaparecido. En su lugar, había una expresión inquietantemente preocupada.
Jiang Yu no sabía cómo interpretar eso. Estaba acostumbrado a que Mu lo mirara con rencor, así que aquella mirada casi compasiva lo dejaba descolocado.
Desde entonces, cada vez que Jiang Yu le pedía ir a recoger hierbas, Mu lo seguía en silencio, como una sombra. No protestaba, no mostraba enojo, solo lo seguía con una actitud inquietantemente sumisa.
A veces, Jiang Yu sentía que alguien lo observaba. Al girarse, veía a Mu en la distancia, mirándolo intensamente. Pero al volver a mirar, ya se había dado la vuelta.
Después de que esto pasara varias veces, Jiang Yu comenzó a sentirse incómodo. Antes, podía adoptar una actitud arrogante y provocadora, y Mu se enojaba y lo ignoraba. Ahora, si intentaba eso, Mu simplemente lo observaba con profundidad… y luego obedecía sin decir nada.
Era escalofriante.
Al final, Jiang Yu abandonó ese enfoque. Ya no podía soportar esa reacción pasiva. La tensión en sus hombros se acumulaba cada vez que estaban juntos.
Desde la primera expedición, Qi los había acompañado tres o cuatro veces, ayudándolos a encontrar todos los nidos de espinas doradas alrededor de la tribu. Después de ver que no había mucho peligro, les dio permiso para seguir yendo solos.
Jiang Yu, en secreto, lo agradeció. Qi era frío, y a veces necesitaba una bofetada para reaccionar, pero era buena persona. Ya Qi no se había equivocado al elegirlo.
Era la sexta vez que salían a recoger hierbas. Además de la espina dorada, el médico ahora les pedía reunir también las otras doce.
Al principio, el médico se mostraba preocupado cada vez que Jiang Yu salía. Pero después de unos cuantos viajes exitosos, cambió de actitud. Ahora incluso encontraba errores en las hierbas que recogían.
Y no se limitaba a las trece necesarias: les exigía aprender a identificar toda clase de plantas. Ya Qi incluso inspeccionaba su trabajo.
Jiang Yu sentía que estaba siendo entrenado como aprendiz de herbolario en contra de su voluntad.
Cuando se quejaba, el médico simplemente suspiraba.
—¿Y si Mu se lastima?
Eso bastaba para que Jiang Yu cerrara la boca.
Era cierto. Si Mu volvía a su estado anterior, la tribu volvería a pisotearlo. Y si eso ocurría, ¿cuánto tardaría en convertirse en el villano que arrasaría el mundo?
La idea bastaba para que Jiang Yu tragara su frustración y se concentrara en aprender.
Tengo que convertirme en un médico competente si quiero cumplir mi misión.
Así, se resignó a su futuro como niñera herbolaria.
Lo bueno era que el cuerpo de Mu mejoraba visiblemente. Aunque nadie más lo notaba, Jiang Yu sí. Lo montaba en su forma animal, y podía sentir que los movimientos eran más firmes, los músculos más definidos, y la energía en su cuerpo más constante.
Además, ¡era tan suave! El pelaje blanco de su forma de tigre lo tenía completamente embelesado.
Mu, por su parte, también notaba los cambios. Su cuerpo se fortalecía día a día. Correr por el bosque ya no era una tortura. Incluso empezó a disfrutarlo.
Habían tenido varios encuentros con bestias pequeñas. Antes, ni habría soñado en enfrentarlas. Ahora, podía derribarlas con facilidad.
El alivio y el orgullo se mezclaban en su interior. Por fin, esa pesada losa en su pecho comenzaba a desaparecer.
Una vez, tras vencer a una bestia él solo, rugió con fuerza. El sonido resonó por todo el bosque. Pájaros salieron volando, ramas crujieron.
En una zona cercana, varios pequeños cambiaformas se detuvieron al escuchar.
—¿Oíste eso?
—Sí, fue un rugido. ¡Qué poderoso!
—Debe haber sido un cambiaformas fuerte. ¡Seguro que a Ah Yu le gustaría alguien así!
—No seas tonto. Apenas estamos creciendo.
—¡Yo quiero volverme el más fuerte de la tribu! Así seguro me ganaría a Ah Yu. Aunque, la verdad… creo que Ya An es mejor. Aunque es quimera, va a heredar el puesto de médico. Eso lo hace valioso.
—Aun así, a mí me gusta Ah Yu. Ya no me pega como antes. ¡Voy a volverme fuerte para que le guste!
Los niños rieron mientras se alejaban. Ajeno a sus palabras, Mu seguía de pie, con la cabeza en alto, sintiendo el mundo bajo sus patas.
Por primera vez… se sentía verdaderamente vivo.