Cómo enamorarse del villano
Capítulo 10
—¿Qué estás haciendo? —La voz de Qi sonó fría, con el ceño fruncido.
—No hables tan alto —susurró Jiang Yu, saliendo de puntillas y cerrando la puerta tras de sí. Se giró hacia la casa y gritó—: ¡Voy a salir a jugar!
—¡Está bien, no te quedes fuera hasta muy tarde! —respondió su padre desde dentro.
Jiang Yu agarró a Qi del brazo y echó a correr. No alcanzaron a dar dos pasos cuando Qi, molesto, se soltó de su agarre.
—¿Qué estás haciendo? ¡Dímelo ahora!
Jiang Yu lo miró como si no entendiera su actitud.
—Ya sabes lo que quiero hacer, si no, ¿para qué viniste?
Qi se quedó helado. Su expresión se tensó. Luego bufó.
—Entonces apresúrate. Cuanto antes vayamos, antes regresamos.
Jiang Yu murmuró para sí: ¿Qué le pasa ahora a este tipo? Pero lo pensó mejor y recordó que fue él quien pidió ayuda. Se contuvo y se prometió vengarse más tarde.
—Vamos a buscar a Mu. Iremos los tres.
Qi ya sabía eso. Aunque su padre no le dijo el propósito del viaje, lo mandó a cuidar de Ah Yu. El resto no le importaba.
Al principio, Qi había pensado que Ah Yu había cambiado un poco, pero ahora se daba cuenta de que seguía siendo el mismo niño arrogante que causaba problemas.
Esa idea lo hizo fruncir más el ceño, y el ambiente entre los dos se volvió aún más tenso.
Jiang Yu notó el cambio, pero no dijo nada. Sabía que no era el momento de discutir.
Aunque seas el chico que le gusta a Ya Qi, podrías bajarle a tu arrogancia, pensó con fastidio.
Cuando llegaron a casa de Mu, este no mostró especial hostilidad, probablemente porque Qi estaba presente. Al menos no le arrojó otro pedazo de carne en la cara.
Había otras tres personas en la casa: Aspen, Bo y Qiao.
—¿Van a ir al bosque juntos? —preguntó Aspen, llevándose una mano a la cara con dramatismo—. Todo es mi culpa por no hacer a Mu más fuerte. Si lo fuera, no necesitarían llevar a Qi por protección.
Aspen tragó saliva y se mostró abatido.
Bo, que al principio se alegró de ver a Mu y a Qi juntos, cambió su expresión al escuchar eso. Su rostro se oscureció y miró a Mu con disgusto.
Qiao, comiendo como siempre, ni siquiera se molestó en saludar. Solo lanzó una mirada de desprecio y siguió masticando.
Jiang Yu observó la escena. Aspen merece un premio. Su actuación es horrenda.
Tan forzado y melodramático que cualquier adulto lo notaría. Bo, en cambio, parecía seguirle el juego.
Realmente son el uno para el otro, pensó.
—¿Nos vamos o no? —interrumpió Mu, molesto.
Sin decir palabra, Jiang Yu salió de esa casa cargada de tensión junto con Qi y Mu. Mientras se alejaban, aún podían oír los gritos de Bo y el sollozo contenido de Aspen.
—¡Mocoso maleducado! ¡Si sales, no vuelvas!
Mu esbozó una sonrisa sarcástica. Como si esa fuera su casa de verdad. Si su cuerpo no fuera tan débil, ya los habría sacado a todos a patadas.
—Oye, ¿en qué piensas? —preguntó Jiang Yu—. No te olvides de memorizar el camino. Qi solo vendrá esta vez. Después estaremos tú y yo solos.
Mu lo fulminó con la mirada. Apretó los puños, las uñas clavándose en sus palmas.
El corazón de Jiang Yu dio un brinco por la intensidad de su mirada, pero no lo mostró. Alzó la barbilla.
—¿Qué miras? ¡Sigue mirando y te saco los ojos!
Esa frase hizo que el odio en los ojos de Mu ardiera.
Se sintió un tonto. Había empezado a confiar en Ah Yu solo porque lo defendió una vez y le dio un poco de medicina. Pensé que eras diferente… qué estupidez.
Mu sonrió con frialdad. La temperatura de su mirada bajó hasta el punto de congelar el aire.
Todo lo que hiciste fue para evitar que me echaran. Así podías seguir burlándote de mí.
Apretó los dientes con tanta fuerza que sus encías sangraron.
Haré que todos paguen. Todos.
Jiang Yu se estremeció. Al ver esa mirada, empezó a preguntarse si su plan realmente era correcto. No me va a matar todavía… ¿verdad?
Intentó convencerse de que no era tan grave. Mientras se fortalezca, todo estará bien.
—Deja de mirarme. Cámbiate ya —ordenó, señalando con la barbilla.
Mu reprimió la rabia, se agachó y cambió de forma.
Era la primera vez que Jiang Yu veía su forma animal: un tigre blanco joven. No muy grande, delgado, pero con un pelaje hermoso y músculos suaves. Parecía más adorable que feroz.
¡Es tan lindo!
Sin poder resistirse, Jiang Yu extendió la mano y acarició su lomo. El tacto era cálido, sedoso. Su corazón latía con fuerza.
—¿Qué haces? —gruñó Mu, sintiendo el contacto.
Jiang Yu se dio cuenta y retiró la mano a regañadientes. Su voz se volvió más suave sin querer.
—Voy a subir.
Qi, que ya se había transformado, los miró con calma.
—Apúrense. Tenemos que volver antes de que anochezca.
Mu bufó, y los tres se adentraron en el bosque.
—Este es el nido. No pasemos de aquí, o la bestia nos detectará —advirtió Qi.
Jiang Yu asintió, bajó de Mu y dijo:
—Espérenme aquí. Voy a buscar la hierba.
Mu desvió la mirada. Jiang Yu suspiró y entró a la cueva.
El olor era horrible. Apenas cabía por la entrada. A cada paso, el barro se pegaba a sus pies. Estaba oscuro y húmedo. Deseaba con todo su ser tener una linterna.
Después de revisar casi toda la cueva, al fin encontró la planta. Sus hojas estaban cubiertas de pequeñas espinas.
¡Al fin!
Con un palito que había llevado, comenzó a cavar con cuidado. Extrajo una planta entera, tal como el médico le pidió. Luego cortó otras hojas y las puso en una cesta.
Cuando terminó, notó un ardor intenso en la mano. Las espinas lo habían pinchado más de lo que pensó.
No importa… misión cumplida.
Estaba por salir cuando algo suave le rozó la pierna.
Se le erizó todo el cuerpo.
—¡Aaaaaah!…