La guía del padre del villano para criar a un hijo

Capítulo 7


Los ojos redondos y llorosos de Xing Xing parpadearon.

Xing Xing vaciló un momento y habló en voz muy suave:

—Aprendí a bañarme solo…

Cuando papá fue hospitalizado, las abuelas del vecindario cuidaron de Xing Xing. Él no estaba acostumbrado a bañarse con nadie más que su papá, así que durante ese tiempo aprendió a hacerlo por sí mismo.

Yu Bai se sorprendió.

—¿Aprendiste a bañarte? ¿Cuándo?

—Cuando papá no estaba aquí… ¡Xing Xing ha podido bañarse solo durante mucho, mucho tiempo!

Las manitas regordetas de Xing Xing abrazaron la pierna de Yu Bai, y su carita suave se frotó contra ella; una acción que hacía cuando quería ser mimado.

Al darse cuenta de que hablaba del mes en que estuvo hospitalizado, Yu Bai lo miró con una mezcla de emociones.

El niño que solía disfrutar jugando con patitos de goma mientras se bañaba había crecido silenciosamente en su ausencia. Aprendió a ser independiente.

Para muchos padres, esto sería motivo de orgullo. Pero Yu Bai no quería que su hijo creciera tan rápido. Sabía, por los recuerdos de su vida anterior, que las dificultades que enfrentaría podían convertirlo en alguien frío y cruel. Él quería que Xing Xing creciera rodeado de amor, no cayendo paso a paso en un abismo.

Se puso en cuclillas y le pellizcó suavemente la carita como si pelara un huevo cocido.

—Los niños de la edad de Xing Xing todavía necesitan la ayuda de sus padres para bañarse. ¡Es sorprendente que puedas hacerlo solo!

La sonrisa de Xing Xing era tímida pero llena de orgullo.

—Pero… —Yu Bai sonrió—. Que puedas bañarte solo no significa que no puedas hacerlo conmigo, ¿verdad?

Xing Xing bajó la mirada.

—Correcto, pero…

—¿Pero qué?

—Si papá se baña conmigo, se cansará…

Hoy papá fue temprano al mercado, preparó los ingredientes, ensartó las verduras, durmió una siesta y luego montó su puesto. Siempre volvía con los brazos y piernas doloridos. Xing Xing recordaba que cuando su papá fue hospitalizado, el abuelo del vecindario lo ayudó a bañarse, aunque con desgano, porque prefería ver sus dramas en la televisión.

Los adultos pensaban que él era demasiado joven para entender, pero recordaba todo.

¡Papá ya está muy cansado! ¡Xing Xing no quiere darle más trabajo!

—¡Papá ya no necesita ayudarme! —dijo convencido.

Después, levantó la cabeza y lo miró con ojos húmedos y parpadeantes.

Yu Bai apenas pudo contenerse.

—¿Quién dijo que me cansaría por ayudarte a bañarte?

Su hijo era tan dulce, tan amable, como un pequeño gatito. Para Yu Bai, ayudarlo a bañarse no era una carga, sino una alegría.

Quizá alguien del vecindario le había dicho algo. Se sintió impotente y triste.

Al ver la expresión confundida de Xing Xing, quien parecía pensar que había dicho algo mal, Yu Bai se apresuró a abrazarlo.

—Lo siento, Xing Xing. Hablé un poco fuerte, pero no estoy enojado. ¡Te amo! Cuando nos bañamos juntos jugamos, reímos… ¡No me cansas en absoluto!

Xing Xing trató de contener sus lágrimas y se acurrucó en el cuello de su papá.

—¿Papá, de verdad me amas?

—¡Claro! Eres la persona que más amo en este mundo.

—¡Y yo también te amo más que a nadie, papá!

Durante los días sin su papá, aunque todos eran amables, Xing Xing no era feliz. Sabía que nadie podía igualar el amor de su papá.

¡Quería estar con él para siempre y no permitiría que nadie se lo arrebatara!

¡Papá era suyo y solo suyo!


Esa noche, Yu Bai contó el dinero en su billetera y lo que había recibido por el celular. Llegó a una conclusión clara: abrir el puesto fue la mejor decisión que había tomado.

En solo una tarde, había ganado más que en un día completo de trabajo anterior.

Tenía que levantarse temprano al día siguiente para seguir con el negocio…

Soñó con montones de monedas brillantes.


Desafortunadamente…

¡Al día siguiente se quedó dormido!

Cuando salió corriendo con su carrito, ya era tarde. Los estudiantes de la primaria Qingqiao se habían ido.

Y eso no era lo peor.

Los otros vendedores, que habían llegado tarde el día anterior, hoy se instalaron temprano. No solo tomaron el lugar donde Yu Bai había estado, sino todos los mejores sitios del Sanjiaokou.

El carrito de Yu Bai ni siquiera pudo entrar. Se vio obligado a colocarse a un lado del camino, lejos de la escuela. La mayoría de los padres ya se habían ido, y los estudiantes de secundaria rara vez pasaban por allí.

Además, su carrito era pequeño y de segunda mano. Estaba bloqueado por otros carritos más grandes, así que nadie lo veía desde lejos.

La fragancia de sus teppanyakis se perdía con el viento.

Todas las condiciones estaban en su contra: mala ubicación, mala visibilidad, y sin clientela.

Xing Xing también lo notó. No podía ver el cruce aunque se parara de puntillas.

Frunció el ceño, preocupado.

—Papá, ¿qué debemos hacer?


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *