Transmigrado en una tribu de bestias
Capítulo 13
Lloyd se despertó al día siguiente, y Phil lo miró con lágrimas en los ojos. Lloyd, aún adormecido, observó primero a Phil y luego posó su atención en Patrik, quien permanecía frío junto a Lin Mu. Ese hombre bestia imponente siempre daba una sensación peligrosa, y su expresión en ese momento no era precisamente amigable.
Patrik no reaccionó ante la vigilancia de Lloyd. Lin Mu solo le había pedido que se quedara cerca para que Lloyd no se sintiera amenazado. Aunque no dijo nada, cuando vio que Lin Mu seguía lanzándole miradas, Patrik respondió con tono impasible:
—Soy Patrik, un hombre bestia vagabundo.
—Sé que eres un hombre bestia vagabundo.
Lloyd reconocía ese aura al instante. Justamente por eso estaba más alerta. Puso a Phil bajo su protección y echó un vistazo al grupo de bestias vagabundas. Aunque su situación era complicada, había jurado proteger a Phil y no dejaría que nadie le hiciera daño.
Lin Mu no entendía por qué las palabras de Patrik pusieron a Lloyd más nervioso. No era su intención. Le sonrió con amabilidad:
—Soy Lin Mu. ¿Cómo te sientes? Aunque la fiebre ha bajado, tu cuerpo sigue débil.
—¿Una mujer?
Antes de que pudiera aclarar, Misha se acercó corriendo:
—Lin Mu, ¿ese hombre bestia herido ya se despertó? ¡Tu medicina es realmente efectiva!
Misha, asombrado al ver que Patrik había traído consigo a una “mujer” y un hombre bestia herido, no perdió tiempo en ir a ver. Casso y Qiuqiu también se sumaron, por supuesto.
—¿¡Niños!? —exclamó Lloyd sorprendido.
Los hombres bestia vagabundos rara vez se preocupaban por sus propios hijos. Ver mujeres y niños en el grupo era, sin duda, muy inusual.
Lin Mu abrazó a Qiuqiu, que había saltado a sus brazos:
—Bueno, como puedes ver, sí hay mujeres en este grupo —dijo, refiriéndose sutilmente a Misha—. Y también niños. Este equipo es diferente. Aunque nos llaman hombres bestia vagabundos, hombres bestia abandonados por Dios, todos aquí son amables. Espero que se unan a nosotros.
Lin Mu hizo esa propuesta principalmente pensando en Phil. Aunque no sabía mucho, su conocimiento de hierbas era útil. Además, si Patrik quería fundar una tribu, debía integrar a hombres bestia bondadosos que estuvieran a la deriva. Un hombre bestia que tenía una pareja que lo defendía desesperadamente no podía ser alguien malo.
Aun así, las palabras de Lin Mu no aliviaron la tensión de Lloyd. Por especial que fuera el grupo, no significaba que fuera inofensivo para ellos. No se atrevía a arriesgarse.
Patrik percibió claramente las dudas de Lloyd.
—Necesitas recuperarte. Tu pareja necesita un ambiente seguro. Se acerca la temporada de lluvias y… —miró a Phil—. No creo que pueda compararse con Lin Mu.
—¡Phil es el mejor! —respondió Lloyd indignado. Ningún hombre bestia permitiría que alguien hablara mal de su pareja.
Phil se sonrojó, pero le susurró a Lloyd:
—Vamos con ellos. Lin Mu dijo que encontraron un buen lugar para vivir y que no tendremos que preocuparnos por ser expulsados. Tus heridas fueron graves, necesitas descansar.
Phil confiaba cada vez más en esta increíble “mujer” llamada Lin Mu.
Lloyd lo miró y, finalmente, asintió. No quería que Phil sufriera.
Lin Mu, al ver resuelto el asunto, anunció que era hora del almuerzo. Pero justo cuando estaban por continuar su viaje, surgió un nuevo problema.
Lloyd, aún demasiado débil para transformarse, se negaba a ser cargado por otro hombre bestia. Para él, aceptar algo así era una humillación inaceptable. Patrik, impaciente por llegar al nuevo hogar, no quería retrasarse. El grupo estaba en un punto muerto.
Phil, ansioso, conocía la terquedad de Lloyd y no le pidió que cediera, aunque eso significara separarse del grupo.
Fue entonces cuando Lin Mu ideó una solución: tejió una sencilla silla de mimbre y madera.
Así, Lloyd y Phil fueron transportados sin que ninguno perdiera el orgullo. Phil, sentado junto a Lloyd en aquella improvisada silla, miró a Lin Mu con agradecimiento. No solo había salvado a Lloyd, sino que también les ofrecía un nuevo hogar. Lloyd, por su parte, comenzó a considerar a Lin Mu una persona realmente especial. Había probado su comida y quedado sorprendido con los utensilios que usaba. Nadie los había visto antes. Incluso la silla era algo jamás imaginado. Observó a Phil, que reposaba a su lado, y lo abrazó con ternura, sintiéndose afortunado.
Mientras tanto, Lin Mu conversaba con Patrik y contemplaba las montañas. De pronto, la voz de Lal resonó al frente:
—¡Ya casi llegamos! ¡Síganme!
Los hombres bestia a su alrededor vitorearon emocionados y aceleraron el paso. Lin Mu, contagiado por la alegría, gritó:
—¡Patrik, vamos más rápido!
—Claro —respondió Patrik, batiendo las alas con más fuerza.
Finalmente, siguieron a Lal hasta una pared de montaña cubierta de enredaderas. No parecía tener entrada alguna.
—Lal, ¿dónde está la entrada? —preguntó alguien, desconfiado.
Con aire orgulloso, Lal apartó las enredaderas mientras Cohen empujaba una roca que ocultaba la entrada.
—Cohen y yo la colocamos. ¿No quedó perfecta?
Al entrar, el sendero se abrió repentinamente a un valle impresionante. Flores hermosas, cantos de pájaros, verdes intensos bajo el sol… Un paisaje digno de una pintura.
Todos guardaron silencio, como si temieran arruinar la paz del lugar con sus voces.
—¡Es tan hermoso! —exclamó Misha, rompiendo el hechizo. Sus palabras despertaron la admiración de todos.
—Este será nuestro hogar —dijo Lal, emocionado—. No es muy grande, pero es suficiente.
Lin Mu pensó que su concepto de “no muy grande” era curioso. El valle era tan vasto que no alcanzaba a ver su final. Incluso se escuchaba una cascada a lo lejos. Estaba rodeado por montañas densamente boscosas. Un lugar perfecto y escondido.
Patrik también parecía satisfecho. Lin Mu notó cómo se relajaba.
Patrik envió a algunos hombres bestia a inspeccionar los alrededores en busca de posibles amenazas.
Phil, aunque maravillado por el lugar, se mostró confundido al ver que nadie se movía hacia las cuevas.
—Lin Mu, ¿por qué no vamos a las cuevas?
—No viviremos en cuevas —respondió él con una sonrisa—. Viviremos en un lugar mejor, llamado casa.
—¿Casa?
—Es un lugar cálido y luminoso. Nosotros mismos la construiremos —explicó Misha, entusiasmado.
Phil no comprendía bien qué era una casa, pero sabía que sería su hogar, y eso bastaba.
Al mediodía, Misha vino a buscar a Lin Mu:
—¡Vamos a cocinar algo delicioso! Y con sal, por favor.
La poca sal que tenían venía de Phil. A él también le encantaban las comidas de Lin Mu, en especial las verduras, más apropiadas para las hembras según su cultura.
Lin Mu, animado, asintió. El primer día en su nuevo hogar merecía una celebración.