Renacido como el amante del presidente villano

Capítulo 20


Ji Qingzhou miró a Chu Cheng, y Chu Cheng también lo miró. Sus ojos eran muy gentiles. Ji Qingzhou sintió que en realidad Chu Cheng no necesitaba preguntarse nada. En ese momento, si él presionaba un poco más, probablemente Ji Qingzhou no podría resistirse. Sin embargo, Chu Cheng aún le preguntó.

Ji Qingzhou bajó la cabeza. Su corazón latía muy rápido. Nunca había estado tan cerca de alguien. Sintió que debía ir más despacio. De lo contrario, podría ahogarse en la ternura de Chu Cheng.

—Espera hasta la próxima —dijo en voz baja.

Chu Cheng asintió, sin forzarlo.

—Entonces recuérdalo.

Ji Qingzhou lo miró y vio la sonrisa suave en los ojos de Chu Cheng. Sus cejas, normalmente definidas, se suavizaron al instante. Su corazón, acelerado, comenzó a calmarse poco a poco.

Chu Cheng notó que se había tranquilizado y decidió no molestarlo más. Habían estado juntos un tiempo y podía notar que Ji Qingzhou nunca había estado enamorado, ni había tenido contacto íntimo con nadie. Por eso, aunque a veces se dejaba llevar, aún era tímido.

Aun así, además de su timidez, Ji Qingzhou también tenía un carácter sencillo. Aunque no podía resistirse, tampoco evitaba el contacto, y en ocasiones incluso tomaba la iniciativa. Chu Cheng recordaba esa vez que le dio medicina y lo besó dos veces. Ji Qingzhou, lejos de enojarse, insinuó con delicadeza que podía volver a besarlo. Ese tipo de respuesta era muy particular.

En realidad, Ji Qingzhou no era un amante experimentado, ni siquiera estaba dispuesto a “conducir” lo básico. Aun así, era un excelente amante: puro, sin experiencia, avanzando a tientas. Para Chu Cheng, cada paso, cada abrazo, cada beso compartido con Ji Qingzhou tenía un significado especial porque era la primera vez para ambos en muchos aspectos.

Uno era el amante sin experiencia, el otro, un patrocinador que no sabía ejercer del todo ese papel. Aun así, poco a poco, fueron encontrando su propia forma de relacionarse.

Ahora, Chu Cheng ya no tenía prisa por “conducir”. Quería que Ji Qingzhou aceptara cada paso voluntariamente, quería que cada recuerdo fuera algo que el otro estuviera dispuesto a conservar.

No quería enamorarse de Ji Qingzhou, pero sí mimarlo. Después de todo, estaba viviendo el período más emocional de Ji Qingzhou, y eso no volvería. Sentía algo de lástima por el futuro novio de Ji Qingzhou, pero al mismo tiempo, se decía: “Llegué primero”.

Pasadas las seis, Xiao Qian envió un mensaje: era casi su turno de filmar. Ji Qingzhou le pidió a Chu Cheng que lo esperara en el auto, pero este no quiso.

—¿No me pediste que viniera a visitarte al set? ¿Solo vas a dejarme verte desde el auto?

Se acercó con una sonrisa.

—¿No eres tú el que está pavoneando las plumas ahora?

—Tú eres el que me encendió —respondió Ji Qingzhou.

—¿Así hablas con tu ídolo?

Chu Cheng le dio una palmada en la espalda.

—Anda, muéstrame lo brillante que eres.

La escena era sencilla: la tercera protagonista femenina se confesaba a Zhuang Xiangyang, pero él la rechazaba. Ji Qingzhou, que había rechazado a muchas chicas en su vida, lo interpretó con naturalidad. Desde lejos, Chu Cheng notó que Ji Qingzhou en escena se comportaba de forma distinta, más relajado, más fluido.

Zhuang Xiangyang se apoyaba en la puerta del patio, bajaba la cabeza y hablaba amablemente con la chica. Su sonrisa era gentil, pero su actitud firme. Finalmente se giraba y se iba sin mirar atrás.

Después de grabar, Ji Qingzhou vio que su siguiente escena era a las doce de la noche. Le pidió al director permiso para salir un rato, prometiendo regresar a tiempo. El director aceptó.

Se fue con Chu Cheng en su auto. Ya en el trayecto, cuando estaba por bajarse, notó que Chu Cheng lo miraba de forma extraña.

—¿Pasa algo conmigo? —preguntó Ji Qingzhou.

—Solo pensaba… no tienes escenas de besos, ¿verdad?

—Por supuesto que no.

—¿Y de abrazos o tomarse de la mano?

Ji Qingzhou dudó.

Chu Cheng chasqueó la lengua.

—He sido muy descuidado.

—No fui yo quien tomó la iniciativa —explicó Ji Qingzhou—. Fue la protagonista. Me abrazó, pero no respondí.

—¿Aun así querías responder?

—¡Claro que no! —respondió él, y luego añadió con convicción—. Solo responderé contigo.

—Así me gusta —dijo Chu Cheng, inclinándose para ayudarlo a quitarse el cinturón de seguridad—. Vamos, demuéstralo.

Ji Qingzhou lo abrazó.

—Eso es todo.

—No me fijé bien esta vez. Luego revisaré tu guion con detalle —bromeó Chu Cheng.

—Papá, sabes que soy actor —dijo Ji Qingzhou.

—Yu Anyi también es actriz, y nunca ha hecho escenas de beso. Solo abrazos.

—Yu Anyi es hija de una familia rica. Tiene respaldo.

—Tú también tienes a tu papá —le recordó Chu Cheng, acariciándole la cabeza—. Así que tú también puedes elegir.

Ji Qingzhou se quedó sin palabras.

—¿Aún no te resignas a trabajar con chicas bonitas?

—No me gustan las chicas —susurró Ji Qingzhou—. Mientras tú estés contento, te escucharé.

Esa última frase lo hizo especialmente adorable a los ojos de Chu Cheng. Se inclinó y le pidió:

—Bésame de nuevo.

—¿No te besé hace un momento?

—Otro. Sé bueno.

Ji Qingzhou no tuvo más remedio que besarle la mejilla. Chu Cheng, satisfecho, se la devolvió con una sonrisa.

—Recuerda: el amor de cachorros está prohibido.

Ji Qingzhou pensó que quizás, a los ojos de su patrocinador, él era solo un niño. Pero ya estaba en edad de casarse, ¿no?

Aun así, solo pudo sonreír y asentir. No podía enamorarse por ahora, así que si su patrocinador era feliz, estaba bien.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *