No soy humano
Capítulo 18
No era un holograma. Gu Huai estaba seguro de eso después de escuchar el pequeño grito y sentir el peso real del cuerpo. Se quedó aturdido, sin moverse por un momento. Luego, su primera reacción fue acercarse al bebé Zerg que lo miraba con ojos verticales dorados.
Tocó la suave pelusa del cachorro y se sintió bastante bien. Durante la infancia, el pelaje de los Zerg aún no había desaparecido ni se había formado la dura y fría cáscara. El cuerpo del cachorro todavía era blando y cálido, más cálido que el de un Zerg adulto.
—Chirrido.
Después de ser tocado por Gu Huai, la criatura esponjosa gorjeó con fuerza. Luego bajó ligeramente su cuerpo, expresando su disposición a ser tocado. Tal vez no era un cachorro real, pero el gesto significaba “me gustas”.
Los Zerg, en ocasiones, lamían y peinaban el pelaje de otros cachorros, pero solo lo hacían con aquellos a quienes querían o con quienes deseaban estar cerca. Y un cachorro que aceptaba que lo acariciaran también expresaba afinidad. Aunque los adultos podían imitar este comportamiento, era extremadamente raro entre ellos.
El mullido bebé Zerg era agradable al tacto. Antes de darse cuenta, Gu Huai ya había acariciado su espalda varias veces. En el último toque, incluso usó los dedos para enganchar la pequeña cola gris plateada que colgaba detrás del cachorro.
Cuando se dio cuenta de lo que hacía, Gu Huai se detuvo rápidamente.
—¿Alves…? —Gu Huai se incorporó y sostuvo al cachorro frente a él. Inclinó la cabeza y trató de mantener la calma. Sin embargo, al mirar al frente, sus ojos se encontraron con ese par de ojos dorados familiares. Sabía que pertenecían a Alves.
—Chirrido —respondió la criatura. Era un sonido suave, propio de un bebé.
¿Cómo podía tomar en serio esa escena? Gu Huai no pudo evitar que sus labios se curvaran en una sonrisa.
—¿Por qué te volviste así?
El cachorro Zerg no solo era esponjoso, sino también redondo, como una bola de pelo blanca un poco más grande que un conejo. Sus cuatro patitas eran tan cortas que, al estar sentado, no se veían. Y esa conocida cola gris plateada detrás de él hizo que Gu Huai no pudiera contener la risa.
Para su sorpresa, el cachorro también tenía un par de alas diminutas. Gu Huai las había visto en el video que Alger le mostró, pero no dejaban de parecerle adorables. Supuso que con el tiempo, esas alas se transformarían en unas grandes y heladas alas plateadas, como la cola.
Al preguntar por qué se había transformado así, Gu Huai se dio cuenta de que probablemente Alves había usado una habilidad para adoptar su forma infantil. No sabía por qué lo hizo, pero tenía una idea.
—¿Es porque dije que eras lindo? —preguntó Gu Huai, suavizando inconscientemente su voz.
—Chirp chirp.
Las pequeñas alas se agitaron. Los ojos dorados del cachorro brillaban como gemas. Tan limpios y puros que no necesitaban ser pulidos.
Gu Huai se quedó un poco pasmado por la franqueza de la respuesta. Se sintió conmovido. Levantó al esponjoso cachorro, lo sostuvo entre sus brazos y acarició sus alas y su cola.
—Eres muy lindo —dijo Gu Huai con sinceridad. El cachorro no puso resistencia alguna. Era un cumplido honesto. Y añadió—: Usualmente también eres tan lindo como ahora.
¿Quién hubiera pensado que ese felino frío y arrogante podía ser tan adorable?
Apenas terminó la frase, los ojos dorados del cachorro se abrieron un poco más, como dos cristales brillantes, y la cola gris tembló inconscientemente. Gu Huai, sin pensarlo demasiado, besó la frente esponjosa del cachorro.
La cola se detuvo al instante. Las pupilas doradas se contrajeron bruscamente.
Un segundo después, el cachorro desapareció.
Fue una transferencia espacial.
Como no se había especificado el destino, el lugar elegido fue uno familiar: la sala de conferencias del edificio militar. Alves regresó a su forma adulta en cuanto se transportó.
—¿Primer… Líder? —preguntó uno de los ejecutivos al ver su repentina aparición.
Todos en la sala estaban desconcertados. Pero al observar con atención, notaron que algo en Alves estaba fuera de lo común.
Su rostro mantenía la frialdad habitual, pero su expresión era extrañamente tensa. La comisura de sus labios se curvaba levemente hacia abajo. Su cuello delgado, sin la protección del uniforme, mostraba un rubor sutil que ascendía poco a poco.
El extraño estado no duró mucho. Después de unos segundos en silencio, Alves recuperó su rostro impasible y abandonó la sala sin decir una palabra. Los siete ejecutivos de Tuser se quedaron mirándose unos a otros, completamente confundidos.
Alves regresó a la mansión. Pero debido a emociones que no entendía, se ocultó.
No sabía por qué había usado su habilidad para desaparecer tan de repente. No quería alejarse de Gu Huai, pero algo lo impulsó a irse. Luego, cuando ya estaba fuera, quiso regresar… pero no se atrevió a aparecer. Solo pudo observar en secreto.
Cuando Alves ocultaba su cuerpo, nadie podía encontrarlo.
Gu Huai seguía en el mismo lugar, tumbado en el sofá del primer piso, como antes de que Alves se fuera. La única diferencia era que la pequeña colcha se había deslizado ligeramente hacia un lado. Estaba rodeado por los Tak Zerg, que lo vigilaban en silencio.
Mientras jugaba con el cabello de uno de los Tak, Gu Huai pensaba: ¿Se habrá molestado porque lo besé en la frente y por eso se fue…?
Como la cara del cachorro era redonda y esponjosa, no sintió ninguna incomodidad al besarla. Pero al recordar la escena, se preguntó si había cruzado una línea.
No estaba avergonzado, pero sí confundido. Alves no había mostrado enojo antes de irse, entonces… ¿estaba avergonzado?
—¿Tímido…? —murmuró Gu Huai. Recordó cómo la cola dejó de moverse justo después del beso. Esa idea parecía más razonable. Y no pudo evitar soltar:
—Qué lindo…
Desde las sombras de la mansión, Alves escuchó a Gu Huai pronunciar esas palabras. Permaneció en silencio, observando.
Así pasó el resto del día. No se mostró ni una sola vez hasta que Gu Huai se durmió. Entonces, salió silenciosamente de la oscuridad.
Los Tak Zerg que custodiaban a Gu Huai no percibieron su presencia. Alves se acercó a la cama y observó al joven dormido.
Con delicadeza, tocó la parte de la frente donde había recibido el beso. Luego, su mirada descendió por el cuerpo de Gu Huai hasta llegar a su mano.
Besar era una forma de expresar sentimientos positivos. Por primera vez, Alves quería hacer algo así, pero sabía que no podía tocar las cosas preciosas libremente. Por eso eligió otra manera.
No podía considerarse un beso. Solo rozó con los labios la punta del dedo de Gu Huai. Como un copo de nieve que cae sobre su persona amada, Alves solo intentó tocarlo suavemente, sin dejar sensación de frío.