Accidentalmente casado con un tarro de vinagre

Capítulo 17


Chu Yi tuvo un sueño esa noche. Soñó con la época en que estaba en la secundaria.

Cuando llegó a casa después de estudiar por su cuenta por la noche y apenas había llegado a la planta baja, ya podía oír los gritos y ruidos provenientes de su casa. Sintió que algo andaba mal y corrió escaleras arriba.

Abrió la puerta y vio a su madre caer al suelo con sangre en la cabeza. Ella se sujetaba el estómago y gemía, mientras que su padre, Chen Jianshi, estaba borracho a un lado. Levantó el pie y estuvo a punto de volver a patearla.

Chu Yi corrió para cubrir a su madre. Esa patada terminó golpeándolo a él en la espalda.

Las lágrimas le brotaron al instante, pero no fue por el dolor, sino por el miedo y la tristeza.

Chen Jianshi había bebido tanto que toda la casa apestaba a alcohol. Tras interceptar esa patada, Chu Yi se dio la vuelta y empujó a su padre, quien se tambaleó y cayó al suelo.

Luego, Chu Yi ayudó a su madre a levantarse. Ella apenas podía abrir los ojos del miedo. Él dejó caer su mochila escolar, la cargó a la espalda, bajó las escaleras y detuvo un auto para llevarla al hospital.

Según los recuerdos de Chu Yi, Chen Jianshi siempre había golpeado a su madre. Cuando era niño, la situación era un poco mejor y su madre siempre intentaba ocultarlo. La mayoría de las veces, Chu Yi no se enteraba.

Pero cuando ingresó a la secundaria, todo empeoró. Chen Jianshi fue estafado por una amante y, tras perder dinero, empezó a beber y a desquitarse con su familia.

Casi todos los días, al volver del colegio, Chu Yi escuchaba los gritos de su padre desde fuera de casa.

Ese episodio se volvió un trauma. Desde entonces, cualquier discusión en la calle lo ponía nervioso.

Chu Yi aún recuerda la sensación de estar en el hospital con su madre. Las lágrimas no dejaban de fluir, pero no se atrevía a gritar. Temía que sus emociones le impidieran manejar la situación.

Temblaba mientras hablaba con el médico, mientras curaban las heridas de su madre. Solo cuando el médico dijo que no era nada grave, que se recuperaría en unos días, Chu Yi pudo respirar con alivio.

Esa noche, mientras su madre recibía suero sentada en una banca, con el rostro hinchado por los golpes, aún le sonrió a Chu Yi, le acarició el cabello y le dijo: “Mamá está bien.”

Él no se atrevía a abrazarla. Tenía miedo de lastimarla. Lo único que pudo hacer fue agacharse, abrazar su pierna y llorar en silencio.

Todos los vecinos sabían del abuso. Chu Yi tenía muchas pruebas y había querido llamar a la policía desde hacía tiempo, pero su madre nunca se lo permitió. Ella había soportado todo por mantener esa «familia».

Su madre era amable y gentil. Chu Yi nunca entendió por qué alguien como ella merecía ese trato.

Cuando la situación se volvió insoportable, le pidió que se mudara a Ciudad A con su tía. Él se quedó en Ciudad B, recogiendo pruebas mientras estudiaba, hasta que finalmente llamó a la policía.

Pero esa primera llamada no fue efectiva. Su madre no dio su consentimiento, y aunque Chen Jianshi fingió arrepentimiento, la policía solo hizo una mediación… y hasta regañó a Chu Yi.

Desde entonces, su padre lo odió aún más.

Poco después, otra pelea estalló. Chen Jianshi, borracho como siempre, intentó golpear a su madre. Chu Yi intervino, y esta vez, su padre lo apuñaló con un jarrón roto.

Intentó esquivarlo, pero un fragmento se le incrustó en el muslo.

Esa fue la gota que colmó el vaso. Su madre finalmente aceptó llamar a la policía.

Y así, lograron el divorcio.

Cuando Chu Yi despertó esa noche, estaba empapado en sudor. Parecía que había peleado físicamente en el sueño. Pero en él, aún era un estudiante de secundaria, débil e incapaz de defenderse.

La última imagen fue Chen Jianshi arrojándolo contra un suelo cubierto de vidrios rotos. El dolor se sintió tan real que Chu Yi abrió los ojos de golpe, jadeando y con dificultad para respirar.

Su corazón latía con fuerza. Sentía los músculos tensos, como si realmente hubiera peleado.

La habitación estaba a oscuras, pero en esa penumbra, casi podía ver la silueta salvaje de su padre flotando sobre él.

Cerró los ojos y se dio un minuto antes de encender la lámpara.

No quería molestar a Qin Yiheng, así que solo encendió una luz tenue.

Estaba cubierto de sudor. Decidió ir a ducharse.

Eran las 4 de la mañana. Aunque su cabeza se sentía pesada por el sobresalto, no tenía sueño.

Antes de dormir, había buscado información sobre las condiciones para denunciar extorsión. Incluso consultó a un amigo de la universidad que estudió Derecho.

Pero su amigo fue claro: la situación no lo favorecía. Aunque sus padres estuvieran divorciados, Chen Jianshi seguía siendo su padre biológico. Legalmente, darle dinero no era un delito. Y si él negaba los hechos, Chu Yi no tendría pruebas.

No había grabaciones, y la policía suele demorar en estos casos. Además, su madre vivía ahora en la comunidad de su tía. Si Chen Jianshi decidía buscarla, podría encontrarla fácilmente.

De pie bajo la ducha, Chu Yi sentía que su mente se volvía cada vez más caótica. No sabía qué hacer.

Cuando volvió al dormitorio, notó que la luz de la mesita de noche era más brillante que antes. Se acercó con cuidado y vio que Qin Yiheng estaba despierto.

No sabía si lo había despertado él o la luz. Qin Yiheng estaba sentado contra el cabecero, mirándolo en silencio.

Esperó a que Chu Yi se acercara y preguntó:

—¿Por qué te estás duchando a esta hora?

Chu Yi levantó la colcha y se metió en la cama sin ocultar nada.

—Tuve una pesadilla. Sudé mucho.

—¿Una pesadilla?

—Mn.

Se recostó. Su cabello aún estaba húmedo. Si estuviera en casa, su madre no le permitiría dormir así. Por eso, había conservado ese hábito.

—Qin Yiheng —dijo tras un rato de silencio.

—Mn.

—¿Te desperté?

—Fue el sonido de la puerta del baño al cerrarse.

Así que sí lo había despertado. Pero Qin Yiheng no se quejaba. Solo decía la verdad.

—¿No vas a dormir más?

—¿Y tú?

—Estoy esperando que se me seque el cabello.

—Yo también.

Chu Yi sintió un calorcito en el pecho.

Se quedaron así, sentados, sin hablar mucho. Él solía distraerse fácilmente, y ahora Qin Yiheng también parecía distraído.

—Qin Yiheng —lo llamó de nuevo.

—Mn.

—¿Sabías que solo tengo a mi madre?

—Lo sabía.

—¿Y que mi padre no es una buena persona?

—Algo sé.

—Acabo de soñar con él.

Qin Yiheng giró la cabeza y lo miró. Tardó unos segundos en responder, con voz suave:

—Solo fue un sueño.

Chu Yi no sabía cuánto sabía realmente Qin Yiheng. Nunca había pensado en contarle sobre Chen Jianshi. Pero con todo su pasado oscuro, y viendo cuán bueno era Qin Yiheng, no podía evitar preguntarse…

—¿No te importa? —le preguntó en voz baja.

Qin Yiheng bajó también la voz:

—¿Por qué me importaría?

Chu Yi sonrió. Qin Yiheng era tan bueno.

La noche era perfecta para hablar.

Después de un rato, recordó lo que Qin Yiheng dijo una vez sobre ser “adecuados”.

—¿Por qué crees que somos adecuados?

Qin Yiheng inclinó la cabeza, como si lo pensara seriamente.

—He visto tu perfil y tus logros. Eres sobresaliente.

—Hay muchas personas sobresalientes. ¿Por qué yo?

Qin Yiheng lo miró como si fuera una pregunta tonta.

—Porque tuvimos sexo primero.

—…

¿Cómo pudo olvidarse de eso?

Qin Yiheng añadió con calma:

—Te conocí por eso. Luego supe que eras adecuado.

Chu Yi solo pudo pensar: Perfecto.

Qin Yiheng era el hombre más directo que había conocido. No desperdiciaba palabras.

Ahora entendía por qué todos en la universidad lo llamaban «la flor inalcanzable en la cima de la montaña». Si no fuera porque ahora era su esposo, Qin Yiheng probablemente ni se molestaría en hablar con él.

De pronto, Chu Yi quiso seguir hablando:

—Qin Yiheng, ¿alguna vez te ha gustado alguien?

Pero su pregunta no tuvo éxito.

Qin Yiheng respondió sin dudar:

—No.

Chu Yi guardó silencio.

Y entonces, Qin Yiheng devolvió la pregunta:

—¿Y tú? ¿Te gusta alguien?

Chu Yi pensó un momento.

—No lo creo.

Pero Qin Yiheng lo miró de inmediato.

—¿Xu Zhiming no es uno?

—¿Eh? ¿Qué? ¿Quién?

—Tu senpai, Xu Zhiming.

Chu Yi se quedó sin palabras. ¿Cómo sabía Qin Yiheng eso?

—¿Tú también investigaste eso?

La voz de Qin Yiheng fue apagada:

—No. Tú me lo dijiste.

—¿Yo?

—Estabas borracho.

Chu Yi estaba perplejo.

—¿Cuándo te dije eso?

—Esa noche. Dijiste que te gustaba Xu Zhiming.

Después de eso, Qin Yiheng se metió bajo la colcha y se acostó. Solo estaba encendida la lámpara del lado de Chu Yi, así que su figura quedó envuelta en la oscuridad.

—Voy a dormir —anunció.

Y no volvió a decir nada más.

Chu Yi quedó atónito.

¿Habló de Xu Zhiming esa noche?
¿Le dijo que le gustaba…?
¡Eso no puede ser…!


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