Asociación de crianza de cachorros
Capítulo 4
Después de limpiar su nueva habitación, Xie Luan tuvo que comenzar a trabajar de inmediato. Incluyéndolo a él, solo había cuatro cuidadores en el club, y claramente no era suficiente personal.
Era hora de que los cachorros comieran.
Xie Luan aún se preguntaba cómo serían los cachorros de otras razas, y tan pronto como entró al área de alimentación vio… un grupo de pequeñas y esponjosas bolas de terciopelo.
Solo dos de ellas no eran esponjosas: el cachorro muka que ya conocía y… un cachorro sirena que se encontraba en un pequeño cubo de madera lleno de agua.
Una sirena… por primera vez pudo ver a esa criatura que, en su mundo, solo existía en cuentos y leyendas. No pudo evitar echar otro vistazo. Tenía una cola de pez, y la parte superior del cuerpo se parecía al de un niño humano de unos dos años. Quizás todas las sirenas poseían una ventaja racial en su apariencia, porque el cachorro era realmente hermoso, tanto que resultaba difícil determinar su género. Sin embargo, no había expresión alguna en su rostro; parecía demasiado tranquilo.
Sintiendo su mirada, el cachorro sirena giró la cabeza. Cuando sus ojos azules se encontraron con los suyos, Xie Luan reaccionó y desvió la vista, acercándose a su colega.
—¿Este cachorro siempre está en ese cubo? ¿No hay piscina en nuestra sucursal? —preguntó.
Cuando se piensa en sirenas, la imagen más natural es un vasto océano azul. Pero aquí, este pequeño solo tenía un cubo. A Xie Luan le parecía una escena sacada de la historia de «La Sirenita», pero sin final feliz.
—No hay —respondió Lin Yi, su compañero—. Al menos, no una que funcione. Teníamos una en el patio, pero se secó. El fondo está lleno de hojas muertas. Además, el sistema de circulación de agua está roto. Incluso si la llenamos, no podríamos mantenerla limpia.
Después de decir esto, Lin Yi lo miró, notando que parecía pensativo.
—No estarás considerando limpiarla, ¿verdad? Es inútil. Y con el sueldo que tenemos, ya es suficiente con cumplir con lo básico. ¿Para qué molestarse?
Xie Luan no respondió. Solo asintió levemente.
Xia Qi le había dicho que había doce cachorros en el club, tres de los cuales aún estaban en sus huevos dentro de la incubadora.
Con solo cuatro cuidadores, el trabajo era arduo. Algunos cachorros debían esperar mucho tiempo para ser atendidos.
Xia Qi estaba preparando leche en polvo, y los otros dos colegas deliberadamente ignoraban al cachorro muka. Al ver eso, Xie Luan comprendió la situación. Ella estaba demasiado ocupada, y ellos simplemente no querían encargarse de él.
Antes, estos dos se habrían empujado mutuamente para evitar alimentar al cachorro, hasta que alguno lo hiciera de mala gana. Pero ahora, Xie Luan tomó la iniciativa.
El cachorro muka solía ser el último en comer. Observaba cómo los demás eran alimentados y simplemente esperaba. No se quejaba.
La comida era una mezcla económica de leche en polvo barata con nutrientes genéricos. No tenía buen sabor, pero era suficiente para llenar el estómago.
Tras observar a sus compañeros, Xie Luan mezcló los polvos con agua. El cachorro muka lo miraba en silencio. Su gran cuerpo y expresión severa podían parecer intimidantes, y sus ojos rojos daban una impresión feroz. Pero al ver el cuenco de comida frente a él, sus ojos se suavizaron ligeramente y dejó escapar un bajo siseo.
Al confirmar que la comida era para él, bajó la cabeza y empezó a comer.
La porción apenas era suficiente, pero tras consumir la mitad, el cachorro empujó el cuenco hacia Xie Luan.
En la lógica instintiva del muka, todo recurso era invaluable. Aprendían desde pequeños que debían luchar para sobrevivir y obtener alimento.
Pero este joven humano… no tenía fuerza para luchar. ¿Cómo sobreviviría?
Tal vez no lo entendía del todo, pero su razonamiento era simple: si compartía sus recursos ahora, cuando creciera, pelearía más fuerte para conseguir alimento para ambos.
Xie Luan se sorprendió al ver que le ofrecía la mitad. Se agachó, y aunque al principio iba a retirar el cuenco, al ver lo que pasaba, se detuvo.
El cachorro bajó la cabeza e hizo un leve silbido.
Xie Luan comprendió.
—No lo necesito… —murmuró. No podía negar que se sintió conmovido—. Bebé…
Le devolvió el cuenco y le acarició la cabeza con ternura.
Luego de asegurarse de que comiera el resto, Xie Luan se levantó. Observó que Xia Qi llenaba biberones con la leche preparada, así que se acercó para ayudar.
Pero apenas dio dos pasos, algo se aferró a su pantalón.
Era una bolita blanca y esponjosa. No era que no pudiera avanzar físicamente, sino que si lo hacía, patearía al pequeño cachorro que se había aferrado a él.
Xie Luan lo observó con asombro.
Orejas redondeadas, una cola corta y gruesa, cuerpo regordete y cubierto de pelusa. Parecía un conejito. Pero en realidad, era un felino: un cachorro de la raza takila, conocida por ser feroz y solitaria.
El joven no sabía que el «bebé» que había mencionado antes provocó que este otro cachorro se sintiera ignorado. Como no era el destinatario de ese tono dulce, se sintió apartado… y se le acercó por impulso.
Xia Qi se dio cuenta de la escena y se acercó con una botella.
—Este es un cachorro takila. Puedes alimentarlo.
Se quedó perpleja. Sabía que esta raza no era afectuosa, y menos aún en su etapa infantil. Pero ahí estaba, aferrado al nuevo cuidador.
Xie Luan se agachó con cuidado. Sabía en teoría cómo alimentarlos, pero era la primera vez que lo hacía. Retiró las patitas del cachorro de su pierna, se sentó y acarició su suave pelaje.
La sensación era esponjosa, nada áspera como aparentaba.
La corta cola del cachorro se alzó brevemente y luego cayó. Hizo unos sonidos bajos, claramente contento.
Xie Luan siguió acariciando su espalda con una mano, mientras comprobaba la temperatura del biberón con la otra. Al estar lista, acercó suavemente la tetina a su boca.
El cachorro bebió.
Mientras lo alimentaba, Xie Luan continuaba acariciándolo. Esa escena atrajo la atención de los otros cachorros. Aunque nunca lo habían visto antes, su ternura los hizo confiar en él.
Cuando terminó, el cachorro takila no quiso irse. Le lamió la mano, olfateó su aroma y lo memorizó. Luego se subió a su pierna y se quedó ahí, con la colita moviéndose de lado a lado.
El peso sobre la pierna hizo que Xie Luan soltara una leve risa. Al escuchar un ronroneo bajo —muy parecido al de un gato—, no pudo evitar acariciar una de sus orejas largas.
El cachorro se movió levemente, pero no huyó. Solo lo miró con sus grandes ojos brillantes.
La raza takila era famosa por su independencia. Incluso sus padres evitaban tener demasiado contacto físico con ellos. Si alguien invadía su espacio, podían volverse agresivos.
Pero este cachorro no ofrecía resistencia alguna.
Si cualquier otro cuidador de otro club presenciara esa escena, habría jurado que era una ilusión.
¡Ese no puede ser un cachorro takila! ¡Es falso!