Mi esposo con síndrome de erudito

Capítulo 4


—Deberíamos tomar esto y dejar que la abuela lo vea —dijo Mu Xiaoya dentro del automóvil, mientras reunía los dos certificados de matrimonio y se los entregaba a Bai Chuan.

Bai Chuan se aferró rígidamente a los certificados de matrimonio. Pasado un tiempo, asintió con la cabeza varias veces.

Treinta segundos, como máximo treinta minutos, y su hermano ya respondía a esta mujer.

Durante todo el trayecto, Bai Zheng prestó atención a la interacción entre los dos. De repente, su corazón se sintió molesto: nacieron de los mismos padres, crecieron juntos como hermanos cercanos, ¿y aún así no podía compararse con una extraña? ¿Cómo podía ser que Bai Chuan se mostrara tan cercano a esta mujer llamada Mu Xiaoya, mientras que en circunstancias normales, cada vez que él [BZ] intentaba tocarlo [BC], él [BC] lo evitaba inconscientemente?

—Dobla a la izquierda —dijo de pronto Bai Chuan.

—¿Qué? —respondió Bai Zheng, un poco sensible a la voz de su hermano menor.

—Dobla a la izquierda —repitió Bai Chuan.

—Lo que quiere decir Bai Chuan es que deberíamos haber doblado a la izquierda en esa intersección —explicó Mu Xiaoya.

Bai Zheng se quedó atónito, luego se dio cuenta de que, con torpeza, había tomado el camino equivocado. No tuvo más opción que fingir que nada había pasado y dar la vuelta en la siguiente intersección, mientras continuaba escuchando la charla fluida entre Mu Xiaoya y su hermano en la parte trasera.

—Bai Chuan, ¿recuerdas el camino que tomamos antes?

—Lo recuerdo.

—¿Cuánto recuerdas?

—Desde el inicio del camino.

Realmente era bueno. Cada respuesta no tardaba más de diez segundos.

Los tres regresaron muy rápidamente al hospital. La abuela Bai aún dormía profundamente, así que todos permanecieron dentro de la sala a la espera de que despertara. Alrededor de las 5 p.m., la abuela finalmente abrió los ojos. Mu Xiaoya se apresuró a tomar a Bai Chuan de la mano y, juntos, entregaron sus certificados de matrimonio.

—Abuela, mira esto.

Los ojos de la abuela Bai brillaron de inmediato. Se sentó llena de vigor y tomó los certificados de color rojo brillante con sus manos temblorosas.

Miró con lentitud y detenimiento la foto de la pareja, el sello oficial, sus nombres y la fecha del certificado, sin dejar escapar ningún detalle de sus viejos ojos.

Después de revisar todo, tomó las manos de Bai Chuan y Mu Xiaoya, y les dirigió muchos deseos y palabras sinceras. Luego empezó a contarles cómo se conocieron cuando eran pequeños. Habló tanto, como si el cansancio no existiera en su cuerpo, hasta que el cielo comenzó a oscurecer. Finalmente, se durmió tranquila, en paz, sin volver a despertar.

La abuela Bai falleció serenamente, con una suave sonrisa en los labios.

La familia Bai ya estaba preparada para este desenlace, así que su estado de ánimo fue relativamente estable. Morir de vejez es parte del ciclo natural de la vida, y podían considerar que habían despedido a alguien que vivió hasta una edad avanzada. Los trámites del funeral se llevaron a cabo con rapidez, pero con dignidad. En pocos días, la abuela Bai ya descansaba en el ataúd junto al abuelo Bai.

Muchos vinieron a presentar sus respetos, pero solo unos pocos miembros de la familia Bai estuvieron presentes en el funeral.

Cuando todos los parientes abandonaron el cementerio, la madre de Bai Chuan, Li Rong, observó a su hijo menor, quien permanecía solo frente a la tumba, y llamó silenciosamente a Mu Xiaoya a su lado.

—Tía —dijo Mu Xiaoya. Aunque después de formalizar el matrimonio debería llamarla “mamá”, aún no se sentía lista. Afortunadamente, a Li Rong no pareció importarle.

—Xiaoya, la tía quiere darte las gracias. Gracias por cumplir el último deseo de la abuela de Bai Chuan y permitirle irse en paz —dijo Li Rong, mientras el padre de Bai asentía agradecido.

—Esto es lo que debía hacer —respondió Mu Xiaoya. La abuela la trató muy bien cuando era niña, y ahora que decidió casarse con Bai Chuan, hacer esto era, naturalmente, su responsabilidad.

—Ahora que la abuela ha fallecido, ¿qué planeas hacer en el futuro?

—¿Ah? —Mu Xiaoya se mostró sorprendida.

—Ese día, la abuela le dijo algo a Xiao Chuan en la habitación. Le dijo que no había llegado a ver su boda. Después de eso, Xiao Chuan salió corriendo y luego regresó contigo —dijo Li Rong, volviendo la vista a su hijo menor que aún estaba frente a la tumba—. Xiao Chuan fue criado por su abuela cuando era niño, por eso tenía un vínculo tan fuerte con ella. Aunque esperamos que tenga una pareja, no insistiremos como lo hacía la abuela.

—Tía, ¿qué quiere decir con eso…? —preguntó Mu Xiaoya, comenzando a comprender.

—Queremos saber si este matrimonio se realizó solo para cumplir el último deseo de la abuela, o si realmente quieres casarte con Xiao Chuan —preguntó Li Rong directamente. Había querido hablar de esto antes, pero debido a los preparativos del funeral, recién ahora encontraba el momento.

—En realidad, yo misma no estoy muy segura —respondió Mu Xiaoya.

Esa respuesta dejó sorprendidos al padre y la madre de Bai, e incluso Bai Zheng, que estaba un poco más alejado, giró la cabeza para mirar.

Mu Xiaoya, que acababa de renacer, se sentía feliz de haber sobrevivido a un desastre, pero el impacto del viaje en el tiempo aún la tenía algo desorientada. Tras pasar varios días allí, ya no dudaba de su renacimiento, pero todo seguía pareciendo un sueño lúcido.

Si hubiera alguna razón que la impulsara a aceptar la propuesta de Bai Chuan, no era otra que ese historial médico grueso y pesado, junto con las notas densamente escritas que él le había entregado. Todo eso la conmovió profundamente.

Así que, cuando salió corriendo y escuchó de nuevo la propuesta de Bai Chuan, accedió por impulso.

Incluso al ir a tramitar los certificados, no lo pensó mucho. Le quedaban solo cuatro años de vida, ¿cómo podría importarle un certificado de matrimonio?

—Tío, tía, aunque esta decisión fue impulsiva, pueden estar tranquilos: cuidaré bien de Bai Chuan —dijo Mu Xiaoya con determinación. Una vez que tomaba una decisión, la seguía hasta el final.

—¿Entonces piensas mantener tu matrimonio con Xiao Chuan? —preguntó el padre Bai.

—Sí —asintió ella con una sonrisa.

Li Rong se sorprendió y miró a su esposo. Finalmente, como si hubieran tomado una decisión, dijeron:

—Eso es genial. Entonces, deberíamos concretar una reunión con tus padres para que ambas familias se conozcan.

¿Padres? La sonrisa de Mu Xiaoya se desvaneció de inmediato.

¡Vaya! Había estado tan ocupada estos días que, en su apresuro, robó el libro de registro familiar y se casó con Bai Chuan sin decirle nada a sus padres.

—¿Qué ocurre? —preguntó Li Rong al notar su expresión.

—Es… nada —respondió Mu Xiaoya con torpeza—. Para conocernos, tendremos que esperar unos días. No le he dicho a mis padres que me casé…

—¿Todavía no se lo has contado? —murmuró el padre Bai. Luego se volvió hacia su esposa—. Rong Rong, prepara algunos regalos. Deberíamos hacer una visita.

—Bien —asintió Li Rong.

—No es necesario, no hace falta —dijo Mu Xiaoya algo nerviosa. Sus padres no sabían nada de esto; si los padres de Bai Chuan iban a visitarlos de repente, ¡se morirían del susto!—. Tío, tía, por favor déjenme llamar primero a mis padres y luego concertamos una cita, ¿sí?

—Deberíamos ser nosotros quienes tomemos la iniciativa de hacer esa visita —insistió Bai Guoyu—. Si no fuera por cumplir el deseo de mi madre, tú tampoco podrías explicarles a tus padres que te casaste con nuestro hijo.

—De verdad no es necesario. ¿Qué tal si… yo misma llevo a Bai Chuan a verlos? Después de todo, este matrimonio es asunto nuestro.

Bai Guoyu frunció el ceño. Normalmente, cuando una pareja se casa, el yerno va a visitar a la familia de la novia, lo cual es apropiado. Pero su hijo tenía circunstancias especiales, y mientras más lo pensaba, más le preocupaba.

—Deja que Xiaoya lleve a Xiao Chuan —intervino Li Rong repentinamente—. Al fin y al cabo, quienes vivirán juntos son ellos. Debemos confiar en ellos.

—Pero…

—Dejemos que lo intenten. Si no resulta bien, podemos ir después —dijo Li Rong.

—Entonces está bien —aceptó Bai Guoyu tras pensarlo.

Li Rong acarició el brazo de su esposo como muestra de tranquilidad, y luego miró a Bai Chuan mientras hablaba con Mu Xiaoya:

—Parece que Xiao Chuan se quedará un tiempo contigo. Te lo dejamos a tu cuidado.

Aunque aún sentía algo de inquietud, si ya había aceptado a Mu Xiaoya, entonces no tenía razón para no confiarle también a Xiao Chuan.

—Sí —respondió Mu Xiaoya.

—Vamos —dijo el padre Bai, llamando a su hijo mayor. Tiró suavemente del brazo de su esposa y se dirigieron juntos hacia la salida del cementerio.

Bai Zheng dudó un poco, pero finalmente decidió seguirlos. Sin embargo, al pasar junto a Mu Xiaoya, murmuró:

—Les dejamos un auto.

—Gracias —respondió ella, luego caminó lentamente hacia Bai Chuan.

Bai Zheng giró la cabeza inconscientemente. Vio a su futura cuñada, que ya contaba con la aprobación de sus padres, acercarse paso a paso a su hermano menor. Luego le dio una palmada en el hombro con naturalidad.

Y su hermano no evitó el contacto, ni siquiera por un segundo.

El rostro de Bai Zheng se tornó complicado. Parecía que su hermano realmente apreciaba a esa chica llamada Mu Xiaoya. Pero ¿ella podría amarlo para siempre? ¿O sería como su exesposa, que decía cosas bonitas antes del matrimonio, pero al final…?

Su expresión se oscureció. Se obligó a no hundirse en esos malos recuerdos. Suspirando profundamente, caminó rápido hasta el auto, aunque sus cejas seguían fruncidas.

—¿Qué pasa? —preguntó Li Rong al ver el estado de ánimo de su hijo mayor.

—Mamá, ¿cuánto tiempo crees que Mu Xiaoya podrá estar con mi hermano? —preguntó Bai Zheng directamente. En el fondo, no podía creer que Mu Xiaoya acompañaría a Bai Chuan para siempre.

—No importa cuánto tiempo —respondió Li Rong—, siempre estaremos nosotros junto a Xiao Chuan.

—Pero…

—Bai Zheng —intervino Bai Guoyu—, aunque Xiao Chuan tiene autismo, aún tiene su propio juicio y pensamiento. Debemos dejar que viva su vida. ¿No dijo el profesor Feng que si Xiao Chuan actuaba por su cuenta, eso indicaba una mejora en su recuperación? Debemos apoyarlo.

Todos temían que Bai Chuan saliera herido, pero no podían restringir su vida por ello.

—Es cierto —asintió Li Rong, respaldando las palabras de su esposo.

—¿Cómo pueden permitirle entrar tan fácilmente? —replicó Bai Zheng. Aunque su hermano menor tenía autismo, no creía que cualquiera mereciera estar con él.

—Si se tratara de otra persona, no lo aceptaríamos tan rápido. Pero Mu Xiaoya es distinta. Es alguien que tu abuela aprobó. En este mundo, nadie amó tanto a Xiao Chuan como ella —dijo Li Rong.

Bai Zheng se quedó en silencio.

Dentro del cementerio, solo quedaban dos personas: Mu Xiaoya y Bai Chuan. Desde que falleció la abuela Bai hasta la realización del funeral, Bai Chuan no había dicho ni una sola palabra. Pero en ese momento, decidió hablar.

—La abuela ya no volverá —declaró, demostrando que comprendía claramente lo que era la muerte.

—Aún podemos venir a visitarla —lo consoló Mu Xiaoya.

—Si uno muere, ya no queda nada —respondió él con tono firme. Sus palabras eran tan rígidas que dejaban a cualquiera sin saber cómo responder.

—¿Te sientes triste? —preguntó Mu Xiaoya.

Ella realmente no podía saberlo por su expresión o tono. No podía estar segura de si Bai Chuan estaba dolido o triste en ese momento.

—Aquí… hay algo extraño aquí —dijo Bai Chuan, presionando su pecho con la mano. No entendía cómo describir ese sentimiento incómodo. Sabía que la vida tenía un límite y aceptaba que su abuela había partido, pero no comprendía esa sensación peculiar en su corazón al saber que no podría volver a verla.

—Te sientes triste —le dijo Mu Xiaoya.

—¿Triste…? ¿Qué debo hacer? —preguntó Bai Chuan, con el rostro confundido e impotente.

—Necesitas un abrazo —dijo Mu Xiaoya, acercándose para abrazarlo con calidez y fuerza.

Para Bai Chuan, abrazar era un contacto físico inusual. Se sentía incómodo con el contacto físico con otros, salvo con las personas que aprobaba. El tacto de alguien desconocido le causaba ansiedad, por eso los abrazos eran casi imposibles para él. Sin embargo, le gustaba Mu Xiaoya, le agradaba la sensación de consuelo y calidez que ella le brindaba.

No sabía cómo describir esa calidez y alivio que sentía.


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